Formas de enseñar según el tipo de exposición
poética.
Por Esteban Maciques Sánchez.
La exposición poética "Aprender
a mirar".
"Aprender a mirar" resulta una exposición
poética porque la unidad entre los distintos objetos que
la integran es tan fuerte que tiene la cohesión de un poema
(formal y conceptualmente hablando). Por esto, cuando nos referimos
a una parte de ella, entramos en contacto indirecto con las restantes.
Cuando hablábamos de esta exposición,
referíamos tres ideas que servían de HILO conductor
en la exposición:
1. El mundo fotográfico de Lewis Carroll
2. La historia de la fotografía
3. El mundo de Alicia en el país de las maravillas
La posibilidad de seguir cualquiera de estos HILOS
quedó reforzada por la idea de esta exposición como
"laberinto", sobre lo cual nos habla su autora en el Anexo
1.
Explicar este tipo de exposición nos obliga
a atender a sus objetivos y a los del público, pero también
a incluir en los nuestros (los objetivos del guía) los que
se refieren a propiciar el disfrute estético, el aprendizaje
a través de los sentidos (de la vista, del oído) y
del recorrido por un mundo maravilloso en el que realidad y fantasía
se encuentran.
Estos objetivos del guía, que también
son de la exposición, nos llevan a un tratamiento especial
del público. A la información, que necesariamente
hay que brindar (desde el punto de vista de la vida de Lewis Carrol,
su obra, la técnica, la historia de la fotografía)
se debe sumar el tiempo para la percepción visual, para la
reflexión a partir de la observación de la fotografía
y sus símbolos, para hacer sentir los límites sutiles
entre fantasía y realidad. La cámara oscura, del tamaño
de una habitación, es la madriguera hacia la que nos llevan
los pasos del conejo. Las imágenes invertidas, dentro de
la cámara oscura, nos hablan de la luz y de los primeros
intentos del hombre por fijarlas a un soporte. Los montajes fotográficos
de Nieves Sánchez, que hacen vivir a las niñas de
Lewis Carroll dentro de los personajes de sus narraciones, nos introducen
en un laberinto de significados, dentro del cual, la sonrisa del
gato de Cheshire juega con su volatilidad, al tiempo que con su
referencia a los quesos sonrientes, con forma de gato, del pueblo
natal del autor.
Quizás estas sean las exposiciones más
difíciles de enseñar. El camino para apropiarnos de
ellas comienza en un mayor, y necesario, acercamiento a la CONCEPCIÓN
de su creador. Por esta razón la hemos tratado especialmente
en el presente trabajo. El camino continúa en una necesaria
ampliación y profundización de los conocimientos relacionados
con los temas que aborda.
Quizás estas sean las exposiciones "más
agradecidas de enseñar". Por varias razones. Una de
ellas es que, sin la presencia de un guía, queda con el valor
de una obra de arte (instalación), que limita a la cultura
y sensibilidad del visitante su accesibilidad. Otra es que al placer
de conocer la exposición, para mi disfrute, se suma el inefable
placer de transmitir espíritus poéticos (dicho de
otro modo, de enseñar poesía). Una más, y no
la menos importante, tratándose de un hecho poético,
aprendizaje, enseñanza y disfrute se dan en una simultaneidad
siempre cambiante, con la intervención de los tres factores
que consiguen el milagro de la exposición.
Para conseguir ser didácticos dentro de
un medio poético, debemos adecuar los recursos de la didáctica
a las formas de ser de la poética. No cabe rememorar, a la
manera en que lo hemos hecho con "Así se escribe la
historia” o con "Velázquez, triunfo y superación
de la realidad" (y ya con esta última la forma debería
ser distinta). Y lo mismo para el resto de los recursos. En este
tipo de exposiciones se trata de disfrutar con el trayecto para
"aprender a mirar". Este disfrute es con mayúsculas,
porque se trata de un disfrute estético.
Madrid, 2000-2005. 
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