¿Qué es y para qué un guía?
Por Esteban Maciques Sánchez.
¿Qué es un guía?
El guía es la persona que ENSEÑA
la exposición. Con una definición tan simple apuntamos
a dos conceptos, diferentes y contrapuestos, de lo que entendemos
por tal:
1. el guía enseña: muestra la exposición,
acompaña en un recorrido y se expresa en términos
de "aquí tenemos tal…esto es tal…a la derecha
se encuentra tal…etc." Es la concepción tradicional
del guía, válida en algunos ejercicios (autobuses
de turismo, visita a cuevas, monumentos, entre otros).
2. el guía enseña: participando
en un proceso de enseñanza-aprendizaje, que por sus consecuencias
educativas va más allá de mostrar la exposición,
aunque también haga esto último.
En artículos anteriores hacíamos
énfasis en una moderna concepción de la exposición
que subraya su función educativa, y en el importante papel
del guía-mediador y de su relación con el público,
para que la mencionada función fuera efectiva. Ahora vamos
a apuntar algunos de los principales aspectos que debe tener en
cuenta el GUÍA, desde el punto de vista de la metodología,
para que su trabajo contribuya a la eficacia de la exposición.
Si el guía tiene un profundo conocimiento
de lo que va a enseñar (en la segunda acepción que
hemos dado del término) y esto lo hace con el dominio de
las habilidades necesarias (didáctica de la enseñanza),
entonces podemos decir que EL GUÍA es un maestro...
Pero es un maestro muy particular, de exposiciones.
Aunque domine técnicas educativas, no es
un maestro de escuela, no puede pretender serlo.
El guía, aunque enseña, no está en una escuela,
no debe dar la impresión de un "maestro de escuela":
su tarea consiste en informar, formar, despertar inquietudes, enseñar
a observar, inducir a pensar, todo esto, y más, sin dar la
impresión de didactismos, sin que medien libros ni cuadernos,
sin que el acto de aprender se perciba como obligación de
aprender. Es por esto que EL GUÍA ES UN MAESTRO QUE DEBE
APARENTAR NO SERLO.
El buen guía debe compartir con el buen
maestro la tarea de enseñar a aprender pero la asistencia
a su medio de enseñanza, la exposición, es de carácter
voluntario. Sus actividades, que se dirigen a lograr objetivos educacionales,
están dentro de lo que se denomina "enseñanza
informal" (Hall, 1987).
Quizás el lector piense que cuando me refiero
al guía como maestro tengo en mente al público infantil,
a estudiantes. No es así. El guía debe ser siempre
un maestro, pero debe aparentar no serlo también con las
personas mayores.
¿Para qué un guía?
¿Para qué el guía-maestro?
Para conseguir, con el disimulo de su conducción didáctica,
que el público (de cualquier edad y condición) se
motive e interese más con lo que está aprendiendo,
se sensibilice más ante lo que observa, se estimule a conocer
más profundamente, se inquiete y no vea el mundo (su mundo)
como algo terminado y sin variaciones, se de cuenta de que sus opiniones
y su participación dentro del grupo son útiles y crezca
su autoestima, aprenda a escuchar y a valorar la opinión
de los demás, y un largo etcétera.
Si gracias a la acción del guía se
lograra al menos uno de los fines anteriores, sería razón
suficiente para justificar su acción.
La misión de un guía (que ya hemos
establecido en tres niveles) no es la de dar una clase, ni una conferencia,
ni un discurso. El guía erudito, que disminuye al visitante
con la demostración del edificio de sus conocimientos, se
destaca por su sapiencia, pero no resulta un buen guía: diluye
la esencia y las posibilidades educativas de la exposición
dentro de su saber, hasta que estas desaparecen.
UN BUEN GUÍA SE VALORA POR EL VISITANTE
CUANDO ESTE, AL SALIR DE LA EXPOSICIÓN, COMENTA O SIENTE:
"¡COMO HE APRENDIDO!", NO "¡CUÁNTO
SABE EL GUÍA!". Y SI VA A RECONOCER LOS CONOCIMIENTOS
DEL GUÍA QUE EL ORDEN DE EXPRESAR SU IMPRESIÓN SOBRE
LA EXPOSICIÓN SEA ESTE.
Este sentimiento del visitante es, por cierto,
un criterio de valoración cualitativa del éxito de
la exposición. De ello resulta que el guía es un nuevo
especialista que debe:
1. ayudar a ver, a comprender, a saber
2. despertar el interés
3. motivar el aprendizaje
4. suscitar la curiosidad, el intercambio
5. crear o facilitar mecanismos de análisis
Junto a todo lo que hemos visto con anterioridad,
el guía debe hacer que aparezca lo que la exposición
no muestra a simple vista (Rogier, 1995) -lo que de no existir el
guía probablemente se perdería- y esto requiere un
verdadero esfuerzo de formación.
Madrid, 2000-2005. 
Fuentes.
Hall (1987): On display. A design grammar of
Museums exhibitions, Lund Humphries, Londres.
Rogier Lecat, Sophie (1995): “Viaje de estudio al Museo de
la Civilización de Québec”. En: Publics
et Musées, nº 7, janvier-juin, Presses Universitaires
de Lyon.
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