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Forma de enseñar una exposición, según los tipos de visitantes y el tipo de visita (programada o espontánea).

Por Esteban Maciques Sánchez.

Sea cual sea el tipo de visitante, es importante que de él sepamos las razones que lo mueven a hacer la visita (OBJETIVOS), qué aspectos le interesan que están relacionados con el TEMA de la exposición y en qué grado (o sea, cuáles más, cuáles menos). Todo esto hará que la adecuación de los objetivos sea más efectiva.

El conocimiento de los objetivos del visitante debe precisarse justo en el momento de la visita, independientemente de que los hayamos conocido con antelación. Lo más típico en este sentido sucede cuando viene una escuela a ver la exposición. Sabemos, porque hemos hablado con el profesor, qué les interesa con la vista. Sin embargo, cuánto podemos sorprendernos si, cuando nos encontramos con el grupo, volvemos a indagar sobre cuáles son sus objetivos. Estos "OBJETIVOS DE ÚLTIMA HORA" nos van a servir de gran utilidad, no ya para saber hacia dónde dirigir o guiar la visita, físicamente hablando, sino para despertar los mecanismos que desde el punto de vista didáctico pretendemos: interés, atención, curiosidad, emoción…

Hay un factor formal que condiciona la adecuación de los objetivos y es el hecho de si la visita está avisada con antelación (PROGRAMADA) o si aparece repentinamente (ESPONTÁNEA).

Sobre la primera modalidad creo que he insistido lo suficiente. En cambio, poco he dicho sobre la segunda. Las desventajas de esta última no sólo traen consecuencias sobre el guía (que adecuará su preparación previa a los intereses de la visita, conocidos en el momento de la realización) sino que repercuten, como es lógico, sobre el visitante. Sólo con experiencia el guía puede sortear el obstáculo de comunicación que crea, en un primer momento, la visita ESPONTÁNEA. En este caso, los aspectos de NORMA y de MÉTODO a los que hemos atendido deben partir, para su aplicación, de dos preguntas:

a- ¿Por qué vienen a visitar la exposición?
b- ¿Qué conocen sobre el TEMA de la exposición?

Estas preguntas deben ser las bases para ampliaciones posteriores.

El hecho de que la visita sea espontánea no quiere decir que sea secundaria. La impronta de nuestra exposición debe quedar en el visitante, cualquiera que sea su forma de presentarse, su tipo, etc.

Además de estas dos modalidades, existen otras, que son más frecuentes en el caso de las exposiciones permanentes. Pero, por lo general, se pueden entender como formas de realizarse estas dos. Una de las más comunes son las llamadas de "ciclo" o "conferencia", que no son más que programadas para estudiar por partes una exposición, de manera exhaustiva.

Uno de los aspectos que hemos tenido en cuenta al referirnos a los distintos tipos de visitantes es su actitud, a lo que ahora atenderemos en cuanto a la forma de enseñarle la exposición.

Los recorridos del público: ¿convertir el saltamontes en mariposa?

¿Para qué nos sirve clasificar al visitante según su actitud durante la visita? Para saber no sólo cómo graduar los objetivos, sino de qué medios valernos para que nuestros objetivos se hagan efectivos.

La actitud del visitante, sea:

-dispersa o contemplativa
-motivada y atenta
-motivada y reflexiva (con participación limitada)
-motivada, reflexiva y participativa

que aquí presentamos de manera esquemáticamente graduada, nos obliga de más a menos en cuanto al esfuerzo por lograr los OBJETIVOS EDUCATIVOS. Es más, en el caso de una actitud (o actitudes) "dispersa o contemplativa", lo más frecuente es que nos encontremos con que los objetivos de la visita apenas tengan puntos de contacto con los nuestros o con los de la exposición. Decimos "vienen sin objetivos". Entonces lo difícil (que es la tarea) es que al menos parte de nuestros objetivos se conviertan en suyos.

Se ha estudiado que los visitantes realizamos unos movimientos bastante regulares, a la hora de ver una exposición. A continuación presentamos una idea de este movimiento, a partir de Petr (1997, p.73):

Figura 14. Gráficos del movimiento del público según Petr, y su relación con el INTERÉS y la visita guiada.

 

A cada uno de estos movimientos, por la forma que describe, se le ha dado el nombre de un animal:

1- la hormiga: visita detenida y cercana a cada objeto.
2- el pez: visita pendular, y también detenida.
3- la mariposa: visita oblicua, detenida en algunos aspectos.
4- el saltamontes: visita puntual, o de entrar y salir.

Cuando vi el gráfico de cómo nos comportamos en una exposición no pude dejar de preguntarme ¿por qué? Indiscutiblemente las visitas de "hormigas" y de "peces", además del movimiento, denotan interés marcado, de igual manera que la mariposa expresa interés en aspectos (zonas, temas, objetos), mientras que el saltamontes, o bien va a la exposición porque quiere ver solamente un objeto puntual, o bien entra y sale porque nada le llama especialmente la atención o, dicho de otra manera, su atención está dispersa o es contemplativa (desmotivada, desinteresada).

Si quiere ver un objeto, bien. Un objeto siempre es camino hacia los objetos. También esto se puede aprovechar por el guía. Pero en el caso de atenciones dispersas o desmotivadas, del guía depende, en gran medida, que este "saltamontes" sufra una metamorfosis cultural y se transforme, al menos, en "mariposa".

Lo antes visto nos vale para saber, por tanto, que detrás de una falta de atención, de motivación, de interés, se esconde un saltamontes que, si no ha saltado físicamente fuera de la exposición, sí puede que lo haya hecho mentalmente. ¿Cuántas veces en un grupo no se nos han sentado lejos de nuestro alcance? Las herramientas didácticas y el ingenio del guía se tienen que unir para conseguir la deseada metamorfosis, y en estos casos, despertar el interés y la motivación deben ser objetivos prioritarios del guía.

Madrid, 2000-2005. arriba

Fuentes.

Petr, Christine (1997): “El marketing del patrimonio: a contexto particular, metodología particular”. En: Publics et Musées, nº 11-12, janvier-juin, juillet-décembre, Presses Universitaires de Lyon.

 

 
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© Marlene García 2003 para José Ramón Alonso