Huellas.
(Texto para el catálogo de arte Huellas,
proyecto pedagógico y exposición de artes visuales
curada y coordinada por José Ramón Alonso. Gabinete
de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad,
12 de dic. 1995 al 12 de ene. 1996).
Por José Ramón Alonso Lorea.
La presencia de la huella aborigen en la cultura
cubana contemporánea es, aunque modesto, un hecho cierto.
No obstante, el acceso a esta memoración indígena
sólo nos es dado previo acto de indagación erudita:
esta huella no es concientemente asumida sino inconcientemente evocada.
Más allá de la muestra toponímica
y del lenguaje, de la poesía siboneyista y de la prosa combatiente,
de la investigación docta y de la existencia de ciertos menajes
domésticos y de labor, así como del interés
por parte de diseñadores, artesanos y artistas por estas
iniciales expresiones del quehacer simbólico en Cuba, más
allá de todo ello, decía, se hace necesario también
husmear de forma comparativa en la mitología y ritual indios
y en la de nuestras poblaciones rurales actuales.
Como también en aquellos elementos de nuestra
“afrocubanidad” que no encuentran sus antecedentes ni
en África, ni en la España católica y que sí
pudieran tener puntos de contacto con la cultura aborigen en franca
extinción, que le cediera sus más caros valores. Todo
ello inmerso en un fenómeno caracterizado por la búsqueda
de un trascendentalismo de corte espiritual por parte del aborigen,
como efecto de un eventual aniquilamiento físico y de mutilación
cultural ante la embestida del herraje español. Sin dudas,
esta huella constituye el basamento de la cultura cubana, a la cual
se agregan posteriormente elementos desintegrados de la cultura
española y elementos desintegrados de la cultura africana.
De esta forma la nación cubana, nuestro
territorio y nuestros habitantes, es un río que encausa sus
aguas desde mucho más allá del oleaje de la oración
católica y en el sustrato de su cauce, la arqueología
encuentra la revelación de sus cantos iniciales. Cantos que
son, para cubanos de hoy, semillero donde germinan nuevas poéticas.
Viejos códigos que generan estéticas de la contemporaneidad
que miran al pasado para discursar sobre el presente. De ello da
fe la exposición que ahora, el Gabinete de Arqueología
de la Oficina del Historiador de la Ciudad, tiene el honor de mostrar
a la consideración pública.
CARLOS ALONSO (Pinar del Río, 1965).
Con dos graduaciones (Escuela de Artes Plásticas
San Alejandro, 1984 e Instituto Superior de Diseño Industrial,
1993) funcionalmente antagónicas y técnicamente complementarias,
Alonso se proyecta hacia la renovación de esa vieja forma
del universo simbólico indocubano. Tanto en la esfera del
arte como en la del diseño, sus soluciones se generan a partir
de un riguroso estudio de la línea y del color. Pretende
apropiarse críticamente de los signos aborígenes a
través de tres métodos que, como él llama:
“reproductivo”, “comentado” y “libre”,
le permitan innovar con nuevas composiciones. En materia de diseño,
ello le ofrece renovadas formas para el estampado textil y el diseño
gráfico. En el campo del arte, estos estudios le posibilitan
expresar creadoramente aquellos probables contenidos de la representación
arcaica, sublimándolos.
ANTONIO CÁRDENAS (Ciudad de La Habana, 1965).
Artesano ceramista que a partir de la manipulación
del material arqueológico y del rescate de los tipos de arcillas,
técnicas y diseños del alfarero indígena, se
propone una intención didáctica: reproducir a escala
natural y reducida toda aquella industria aborigen con la finalidad
de hacerla útil para museos interesados. Con ello Antonio
pretende hacer accesible al gran público esa magnífica
colección de cerámica atomizada hoy por toda
la isla, de manera que se pudiera apreciar en toda su magnitud las
tipologías de formas y de sugerencias que elaboró
el hacedor aborigen. Por otra parte Antonio desarrolla una línea
comercial o, como él llama, de souvenir, que a partir
de las propias reproducciones y sobre todo de recreaciones, se propone
ambientar espacios y trabajar sobre la imagen del hombre enfatizando
en los accesorios del vestuario: collares, pulsos, pendientes, prendedores...
OVIDIO ORTEGA (Ciudad de La Habana, 1957).
Los estudios de Historia del Arte en la Universidad
de La Habana y su condición de investigador profesional del
Centro de Antropología, han condicionado en Ovidio esa proyección
estética que en su valoración para con la producción
mito-simbólica indocubana manifiesta. Su interés por
ello le ha llevado a la (re)creación de artefactos simuladores
de esos viejos contenidos. A partir de un auténtico repertorio
visual que muy bien conoce, Ovidio construye sus objetos-recipientes
al modo del collage, superponiendo razones formales, estilísticas
y contenidistas de “aquí” y de “allá”
con el propósito de perpetuar dichos mitos. Su intención
trasciende el objeto "adorno".
MARÍA DE LOS A. VALDES (Ciudad de La Habana,
1954) RUBÉN J. LÓPEZ (Ciudad de La Habana, 1957).
A partir de la información que le ofrecen
las fuentes arqueológicas y bibliográficas, esta pareja
de artesanos ceramistas se propone crear nuevas soluciones dentro
del campo de la visualidad indocubana. Como tesis (y creo que es
lo fundamental), se imponen el juego cruzado de combinar aquellas
simbologías que singularizan y diferencian las zonas arqueológicas,
estableciendo un diálogo entre ellas. Por ahora el trabajo
consiste en la reproducción y el libre juego con algunos
de los elementos de la "decoración" indígena.

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