Propuesta de obras rupestres con vista al proyecto
de Sala de Artes Aborígenes, Museo Nacional Palacio de Bellas
Artes de Ciudad de La Habana.
Por José Ramón Alonso Lorea.
(Departamento de Investigaciones del Museo Nacional de Bellas Artes.)
Sólo la producción de elementos estético-simbólicos
de probable uso ritual o decorativo-ceremonial es la que nos interesa
para una muestra como la que ahora nos ocupa. Ello lo confirmamos
categóricamente en aquel texto que fundamenta el proyecto
de creación de una Sala de Arte Aborigen dentro
del discurso: Salas Cubanas del Museo Nacional.
De las valoraciones estéticas que entonces
tuvimos en cuenta para la selección de las obras, ahora nos
interesa aquella referida a los diseños pictografiados y
los rayados o petroglifos realizados sobre la matriz calcárea
de los recintos cavernarios. Manifestación muralística
generalmente llamada arte rupestre o parietal.
Este arte tiene dos formas de manifestarse: las
pictografías y los petroglifos. Ambos,
de acuerdo con su tipología configurativa, se insertan tanto
en una línea abstracta que pudiera ser geométrica
o no, como en una figurativa de trazos o incisiones más o
menos finos o gruesos, muy apegados a soluciones geométricas
o esquemáticas.
Entre las pictografías figurativas también
están las que se solucionan a través de áreas
sombreadas. En este caso no podemos dejar de mencionar la representación,
en positivo o en negativo, de la mano. Entre los petroglifos, también
figurativos, se encuentran los que aprovechan las formaciones secundarias
de las cuevas. Estos últimos pudieran llegar a ser escultóricos.
Generalmente los dibujos están pintados en rojo, en negro,
o combinando o alternando ambos pigmentos. Además, suelen
aparecer motivos independientes dentro de la topografía de
una cueva, o conjunto de estos a manera de escena.
El estudio de este arte, un tanto polémico,
es ya un hecho constatable. Están los especialistas, pocos,
y los libros, menos. Ahora, responder a cómo y cuál
es el medio, y el más eficaz, para llevar esta producción
a una sala de exposición resulta difícil. Generalmente
estas expresiones pictóricas se exhiben, dentro del conjunto
expuesto en algunas salas de arqueología, como elementos
indiferenciados que decoran el local. Burdas reproducciones inventadas
colocadas en lo alto de las paredes.
Nosotros creemos que este arte debe estar en consonancia
con las expresiones mobiliares que se exponen. Los estudios de datación
relativa, que relaciona un tipo de dibujo con un tipo de ajuar arqueológico,
nos permite esta correspondencia. Además de ello, no sería
cualquier reproducción la que se exhiba y, sólo a
través de los medios de reproducción puede ser posible
el hecho.
Conocemos cuatro formas de reproducción
que viabilizan el acto de llevar dignamente estas muestras a la
Sala que se propone. Formas de reproducción que servirían
de apoyo al discurso didáctico que se pretende realizar y
que ingeniosamente se podrían yuxtaponer. Es decir, aprovechar
las posibilidades de todas en el mismo discurso museográfico.
Estas serían: calcos de los dibujos originales, fotografías,
diapositivas e imágenes de video.
Calcos de los dibujos originales.
Desde que Fernando Ortiz descubriera en 1922 (para
la ciencia y el arte cubanos) las pictografiadas cuevas de Punta
del Este, en la entonces Isla de Pinos, y realizara la primera fotografía
a un dibujo rupestre indocubano en 1929, la historia de estos descubrimientos
está ilustrada por toda una serie de calcos de estos dibujos.
Estos calcos, que funcionan como ''piezas originales” y como
“obras únicas” (pues muchos de estos dibujos
indios han desaparecido por acción del tiempo y de los hombres)
y que relacionan a importantes intelectuales que se dedicaron a
estos estudios y que realizaron dichos calcos, serían ciertamente
ejemplares museables de incalculable valor. Habría entonces
que iniciar una acuciosa búsqueda de estos documentos. Documentos
que harían gozar de mucho crédito a una exposición
de esta índole.
Institución como la Sociedad Espeleológica
de Cuba y su presidente, el Dr. Antonio Núñez
Jiménez, serían los más importantes proveedores
de estos materiales. Desde finales de la década del ’40
esta Sociedad y su presidente han sido los hacedores y conservadores
de estos “calcos de originales".
Incluso, si se dificulta la conservación
de estos documentos originales de papel al exhibirlos en la Sala,
se puede lograr, y ello a sugerencia de algunos especialistas de
nuestro Departamento de Investigaciones, reproducir estos calcos
de originales. De esta forma las instituciones que hoy atesoran
estos documentos continuarían protegiéndolos.
Este tipo de reproducción (que ya hoy no
se aconseja hacer por considerarse una técnica destructiva)
permitió recoger con alguna exactitud el dibujo en toda su
magnitud: seguir el trazo a través de la superficie irregular
del soporte cavernario y copiar el diseño tal cual es, a
tamaño natural y sin interferencias topográficas ni
alteraciones originadas por la luz y la sombra.
Muestras fotográficas.
Las muestras fotográficas, independientemente
de que se pudieran o no utilizar en la sala de exposición,
sería un material de consulta disponible en nuestro departamento,
una especie de banco de datos visuales que junto a los textos y
documentación de obra completan nuestra intención
didáctica.
Diapositivas.
La proyección de diapositivas es otra forma
de reproducción que permite alternar y enriquecer los diseños
que nos ofrecen los calcos en Sala. La diapositiva gana el color,
las texturas que diferencian lo pintado de lo grabado, así
como ofrecer todo el material rupestre que sea posible fotografiar.
Imágenes de video.
Las imágenes de video permiten profundizar
en el contexto, es decir, apreciar este arte asociado a las formaciones
secundarias y topográficas de la cueva, lo cual es su soporte,
lo que dialoga con el diseño, lo que en muchos casos origina
el hecho pictórico. El video explota esas relaciones y también
las que se establecen entre la luz solar y lunar y los pictogramas.
Tesis astrolátrica y especulaciones que son objeto de estudio
de los investigadores. La imagen del video en definitiva, explota
el ecosistema asociado a estas producciones estético-simbólicas.
Propone un nivel de información generalizado apoyado en el
texto oral, como técnica audio-visual que es.
Para lograr estas reproducciones fotográficas
y de video, se hace imprescindible el trabajo de campo. Existe a
todo lo largo del archipiélago cubano, según las escasas
publicaciones especializadas, más de 24 zonas con unas 70
cuevas que conservan estas expresiones del arte parietal. Nosotros
proponemos algunas zonas y cuevas pictografiadas consideradas como
clásicos del arte rupestre cubano. Tuvimos en cuenta, para
la selección de esta muestra, el criterio de asequible
para llegar a la gruta, y el de ejecutable para trabajar
dentro de ella.
A manera de prueba, proponemos iniciar este trabajo
en zonas aledañas a la capital, como es el caso de las cuevas
pictografiadas de Bacuranao y Jaruco, así como en las zonas
de Guara y Catalina de Güines en la provincia de La Habana.
Un listado tentativo de zonas pictográficas
de importancia para este proyecto sería el siguiente:
Punta del Este (Isla de Pinos)
Guara (Habana)
Catalina de Guines (Habana)
Pluma (Matanzas)
Ambrosio (Varadero)
Caguanes (Sancti Spiritus)
Sierra de Cubitas (Camagüey)
Cabo Cruz (Granma)
Patana (Maisí)
Vital para este proyecto es que la dirección
del Museo Nacional ponga a disposición del mismo las posibilidades
de transportación y el equipamiento necesario que permita
recoger, a cabalidad, las obras pictóricas del más
antiguo arte nacional.
Ciudad de La Habana, julio de 1993. 
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