ARTE AUSTRALIANO ENTRE NOSOTROS.

Por José Ramón Alonso Lorea.

 

"Diablo de Montaña (Arnkerrth), Semillas Silvestres (Ntang) y Guisante Verde (Antweth) son mis verdaderos Dreamings. Ningún blanco puede pintar esos Dreamings bajo la ley Anmatyerre. No se me permite pintar los Dreamings de otra gente, tengo que hacer mi propio Dreaming. Hacer el Dreaming equivocado -el Dreaming de otro- eso me causaría un gran problema a mí, un gran problema" (Kathleen Petyarre, 2000).

 

En los últimos años ha sido notable el interés por conocer a los artistas, a las galerías de arte y a los críticos de arte australianos. La impresionante variedad de las propuestas estéticas y simbólicas de ese país, desde la espiritualidad de un arte milenario –a su vez contemporáneo- que nos transporta a los inicios de la propia actividad artística, hasta la más novedosa incursión experimental, quizá fundamente esta reciente atención.

Entre 1997 y 1999 se pudo ver en España la exposición "Bumeranes: Ecos de Australia", que el Museo de Australia Meridional se encargó de hacer itinerar por varias zonas de la geografía española. Igualmente en 1999 se expusieron varias muestras de arte australiano, desde las artes plásticas pasando por la fotografía y el trabajo en vidrio. En ese mismo año La Caixa expuso una muestra de arte fotográfico en su galería de Barcelona y que adquirió para su colección a un artista australiano durante ARCO 1999. Finalmente, en la última edición de esta Feria Internacional de Arte Contemporáneo, en febrero de 2001, la presencia de los artistas australianos se hizo sentir. Artista como Bill Henson, Darren Siwes, Imants Tillers, Jenny Watson, Rodney Glick y Tacey Moffatt estuvieron representados a través de galerías como la Anna Schwartz Gallery (de Melbourne), la Goddard de Fiddes Gallery (de Perth), la Greenaway Art Gallery (de Adelaide), la Roslyn Oxley Gallery (de Sydney) y la Sarah Cottier Gallery (igualmente de Sydney).

Esta destacada presencia del arte australiano, coherente con la calidad y variedad de su producción estética, justifica que ya, para el próximo febrero de 2002, la conocida feria de arte contemporáneo (ARCO) tenga como país invitado a Australia. En preparación para tal evento, asegura la comisión organizadora, se están planificando varias actividades para dar a conocer a los españoles el arte y los artistas australianos.

Refiriéndose a esa amplísima variedad artístico-simbólica australiana que inicialmente comentábamos, el comisario de ARCO para Australia, Paul Greenaway, confirmaba que, alternativamente a la muestra central de ARCO 2002, se celebrarán dos importantes exposiciones que testimoniarán cómo en el arte contemporáneo australiano se desarrollan métodos artísticos tan diferentes. Por un lado se mostrará, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, un proyecto que agrupará aquella producción artística que tiene como soporte las nuevas tecnologías. Un discurso artístico que, codirigido por Max Dalany y como es de imaginar, nos será visualmente familiar dentro de la comunidad de las artes occidentales. Pero otro, menos conocido y muy alejado de los presupuestos estéticos de nuestro entorno, también se nos anuncia. Según Greenaway, muchos artistas australianos tienen una relación directa con la tierra y son deudores de una tradición artística ininterrumpida de 50 000 años. De modo que, a la par de la muestra de ARCO y organizada por Jon Mundine, se celebrará también una importante exposición de arte aborigen. Un arte que, si nos proponemos entender desde los patrones valorativos del arte occidental, no podremos comprender.

Bajo el rubro de "arte aborigen australiano" se agrupa un variado conjunto de tradiciones o modos expresivos que, independientemente de las generalizaciones que puedan compartir, pertenecen a pueblos o grupos lingüísticos aborígenes australianos muy diversos. Y esas generalizaciones se refieren al hecho de ser producciones espirituales que están muy conectadas con la naturaleza, que funcionan como elementos de comunicación a través del cual fluyen conocimientos tradicionales que permiten la sobrevivencia del grupo aborigen, y que tienen como punta de partida el Dreaming. Siendo este Dreaming y su recreación, los contenidos reales de dichas obras. Ahora, ¿qué es el Dreaming?

Dreaming (Soñando) es una inadecuada traducción al inglés de voces indígenas que sirven para nombrar el más complejo y global concepto religioso de los aborígenes australianos. En otras lenguas aborígenes se dice Jukurrpa, o Alcheringa o Tjukurpa o Buluru. Pero la voz Dreaming se ha impuesto y es ahora la de mayor uso. Asegura la profesora Nicholls que el Dreaming siempre está presente, que informa del pasado, presente y futuro, y dicta todo el comportamiento moral y ético así como las relaciones de los seres con el medio ambiente. Que está presente en los cuerpos humanos, en las ceremonias, en la tierra y en las formas de la tierra, todas las cuales están llenas, rodeadas y señaladas por el Dreaming. En fin, que todo lo que vive y muere, acontece y existe, es manifestación de actividad del Dreaming. El Dreaming es código moral, filosofía, ley, regla de vida, dogma central de creencias religiosas, un cuerpo sincrético de saberes a través del cual se relaciona el hombre con el todo. El Dreaming también da nombre a la época de los antepasados y hace referencia a los viajes y hazañas heroicas de esos antepasados, sus guerras, sus enseñanzas y sus parábolas. Y todo ese legado se traduce en imágenes, pinturas que recrean el Dreaming y que a su vez son ellas mismas Dreaming. De modo que estas obras hacen referencia a aquellos aspectos relacionados con la vida del grupo, a saber: orígenes, fisiología sexual, fertilidad, procreación, crecimiento, incesto, leyes de matrimonio, leyes tribales de exogamia, sistemas de parentesco, alimentación, migraciones, alianzas, delimitación de territorios, adaptación ecológica, relaciones entre tribus, institucionalización de ritos, astronomía, ciclo de las estaciones, muerte. Aspectos estos que, memorizados en las estructuras del signo y en manos de los entendidos, constituyen, respectivamente, la herencia y la transmisión cultural.

A la espiritualidad antes dicha a veces se superpone el drama de las "Generaciones Secuestradas" o "Generaciones Robadas". Según Beverly Knight, como consecuencia de políticas pasadas, "generaciones enteras de niños fueron arrebatadas a sus familias, desarraigados de sus culturas y sueños en un intento de integrarlos en la sociedad blanca predominante. La tragedia de las Generaciones Secuestradas puebla los recuerdos de muchos de los artistas actuales".

Otro aspecto interesante es aquel referido a la propiedad del Dreaming. Al decir de Nicholls, la gente "es dueña de" o "dirige" Dreaming. Estos Dreaming particulares se heredan de los antepasados y está estrictamente prohibido que otros sin permiso lo pinten, cuenten, canten o representen. Sin embargo, dentro de una práctica ceremonial, las personas pudieran intercambiar o regalar algún Dreaming. Entre los años setenta y ochenta se inició y desarrolló lo que se conoce como el "movimiento de arte contemporáneo aborigen". Siendo la pintura acrílica la técnica más trabajada. El renacimiento de este arte religioso y su inserción en el mercado responde a tres razones fundamentales: la búsqueda de una autonomía económico-cultural para los aborígenes, el transmitir a las nuevas generaciones un sistema de tradiciones que compite con desventajas ante el empuje de la cultura de occidente, y una forma de mantener sobre soporte imperecedero su sistema de creencias religiosas.

A pesar de la abundante representación de animales y plantas, y de un colorido muchas veces expresionista, el arte aborigen australiano es riquísimo en soluciones formales que a primera vista nos parecen abstractas: líneas, puntos, rombos, cruces, círculos, áreas concéntricas, planos de colores, en fin, un incontable inventario de formas y geometrías que dominan el soporte donde se pinta. Pero nunca interpretemos de estas soluciones formales alguna intención abstracta o decorativista. Conocido hoy el trasfondo conceptual del Dreaming, nos percatamos que el artista aborigen australiano trata de representar por emblemas casi exclusivamente lineales y geométricos sus conceptos del mundo -natural y sobrenatural- que le circunda, muy realista en los mitos de su mente pero no siempre en las expresiones plásticas de su arte.

Más que estar frente a un arte viejo "de nuevo tipo", el arte aborigen australiano nos enfrenta a nuestras propias ignorancias. Por suerte tenemos ahora la posibilidad de aprobar esta asignatura cultural y no sólo de la mano de la plataforma promocional de ARCO. Desde marzo pasado -y hasta el próximo diciembre-, Madrid tiene el privilegio de verse agraciada por una exposición itinerante de arte aborigen australiano. Espiritualidad y arte aborigen australiano es una importantísima y muy representativa muestra de este arte, presentada por Beverly Knight -comisaria de la exposición- y con un muy documentado texto en catálogo de la profesora Christine Nicholls. La exposición ha sido posible gracias al programa de intercambio de la Consejería de Cultura, a través de la Red de Exposiciones Itinerantes de la Comunidad de Madrid y en ocasión del Festival de Arte Sacro.

Con Espiritualidad y arte aborigen australiano nos introducimos en una especie de capítulo introductorio a lo que se exhibirá en ARCO 2002. De la mano de Knigth -quien inauguró la Galería Alcaston, en Melbourne, galería que promociona y comercializa este arte- somos testigo de la fuerza creativa de pintores como Eubena Nampitjin, Ginger Riley, Lorna Napurrurla y Kathleen Patyarre. Otros nombres que no debemos obviar son los de Ian Abdulla, Craig Allan, Michael Long y Ray Thomas. También es muy conocido el grupo de Papunya Tula. Todo apunta a que con este preámbulo expositivo, más lo que nos depare ARCO, definitivamente el arte aborigen australiano llegó para quedarse, al tiempo que nos brinda una lección de cultura que tradicionalmente se escapa de nuestros libros.

Madrid, noviembre de 2001. arriba

 

 
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© Marlene García 2003 para José Ramón Alonso