Tamayo al desnudo.

Por José Ramón Alonso Lorea.

Cuba en pelota,
Reinerio Tamayo.
Galería Habana, Línea 460 e/ E y F.
17 de marzo / 21 de abril de 2017.

Reinerio Tamayo es un grandísimo pintor, pero, además, es un pintor cachondo. Nunca sabemos que va primero, si el chiste o su arte, porque es una mezcla homogénea e inteligente de ambas. Quien lo conozca personalmente sabrá que te hará reír con tanto entusiasmo, que te provocará una suerte de trastorno temporomandibular. Te pondrá los nervios y los músculos en tensión, te generará lesiones, casi fracturas, en mandíbulas y cabeza y hasta lagrimeo en los ojos, pero él no parará, casi que podrías morir. Su creatividad para el humor no tiene límites, debe ser algo sobrenatural que le ocurrió cuando su madre lo parió. Y ese espontáneo optimismo y felicidad nos los transmite en cada reunión de amigos, en cada exposición. Cuba en pelota, su más reciente exhibición, es una demostración de ello.

Cuando me enteré de esta muestra, pensé que lo de "en pelota" hablaba de encueradera y sexo, asunto nunca alejado de su buen hacer artístico, y rápidamente le comuniqué que quería escribir un ensayo. Le pedí toda la información visual para hacer mi paseo "físico" (desde Miami) por la exposición, jugando, disfrutando, con cada una de las piezas. ¡Pero se me ha bajado con una de béisbol! Yo quería pasearme por la muestra que imaginé con un cinturón de castidad entre la burla y el sarcasmo, la ironía y el choteo, el arte y el sexo explícito, ensimismado en lo rico, cachondo, sabroso y jugoso... y la cosa es de bate y pelota. ¡Pero tíiio, si yo no sé nada de béisbol! “Jeeeeee Don Jose… -me recapitula suavemente el artista con su contagiosa animación, e imagino esos lentos movimientos afirmativos de su cabeza y su mirar insinuante y burlón-, recuerda que al béisbol también le decimos pelota”. ¿Pero Tamayo, y ahora qué escribo yo? “Tú tienes talento”, búscate la vida parece decirme. Y me da un pie al asegurarme que se inspiró en el famoso cuadro de Antonia Eiriz, La muerte en pelota, para establecer ese juego de palabras que nos lleva al doble sentido, a lo atractivo y seductor a la vez. “Ahora espero el ultimo inning, pa’ver qué tipo de bola me picheas con tu texto, que será de puta madre, pardiezzzzzzz”. Te repito lector, que este Tamayo es un jodedor.

La exposición, me asegura el artista, es “una deuda que tenía desde hace mucho tiempo, ya que en Cuba había participado en colectivas con el tema del béisbol, pero nunca en una personal sobre este deporte”. Pues la deuda, amigo Tamayo, está bien saldada. Cuba en pelota ha sido un éxito sonado, de público y de crítica. A la inauguración asistieron más de doscientas personas, entre ellas muchas figuras del béisbol y del arte. Es un “homenaje a la historia del béisbol y sus gigantes protagonistas, tanto del pasado como del presente, pero incidiendo más en los del pasado”. Nada más entrar en la muestra se percibe ese ambiente de fiesta deportiva. Es, literalmente, una fiesta visual. Tamayo ha puesto el arte a jugar al deporte nacional, con banderitas, colores, luces y mucho humor, aderezado con un sorprendente conocimiento de las crónicas de este deporte, en mixtura con su habitual y divertida manipulación de la historia del arte. Es una síntesis visual, seria y guasona a la vez, de esa “locura beisbolera que tanto nos apasiona”.

Las obras de Tamayo tienen muchos elementos en los fondos que comparten protagonismo con las figuras centrales, son claves para entender el conjunto. Es una especie de protagonismo de grupo, un dialogo de muchas voces que incorpora figuración y abstracción, retrato y caricatura, cartel y viñeta. Pasión por el arte y dominio del oficio. En sus dibujos y pinturas no sobra nada, la decoración es aparente, y él es capaz de sacarle partido visual hasta a la manchita accidental. Es un maestro del dibujo y del colorido. Yo lo he visto trabajar, y es como si los dioses le guiaran sus manos, elaborando esas complejas contorsiones de los espíritus burlones. Por supuesto que nos referimos a esos dioses paganos, amantes de la broma y del divertimento.

Cuba en pelota me transportó a una etapa de mi infancia habanera en el barrio Dragones, cuando un pariente, entusiasta del equipo Industriales, me llevaba asiduamente al Latino con una trompetica fustigante, entre coros y canciones, mientras que yo atesoraba entre mis manos ese conjunto de postalitas con las imágenes de Marquetti, Capiró, Laffita… (son los únicos peloteros que recuerdo ahora). Entonces ellos eran mis héroes, no existía otro arte. Y ahora el pintor me los devuelve con el tema de su exposición, junto a memorias infantiles olvidadas, cosa que le agradezco en extenso y en retrospectiva.

Definitivamente, Tamayo se nos ha desnudado públicamente, pero a la manera de un Superman desde la loma del pitcher: no nos ha enseñado sus “pelotas” porque -más rápido que la luz y con una fuerza que casi destruye el planeta- al despojarse de su bata de pintor emergió arropado con un muy ajustado uniforme rojo de pelotero, el mismísimo traje del equipo Cuba.

Miami, abril de 2017. arriba

 

 
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© Marlene García 2003 para José Ramón Alonso