publicarán
volumen con los textos ganadores del premio museo cubano
Por José Antonio Évora.
Dos cubanos de Miami que nunca habían competido
en un concurso de literatura y un tercero residente en España
resultaron laureados en la quinta edición del Premio Museo
Cubano, que este año se convocó en el género
de cuento.
Olor a almendra, de Berta Villares, y La
visita, de Manuel C. Díaz, se llevaron respectivamente
el primero y el segundo premios entre los más de 80 participantes.
El tercero fue a manos de José Ramón Alonso Lorea,
que desde Madrid remitió su relato La boca del cadáver.
Los premiados reciben $1,000, $500 y $300 de Dosal
Tobacco Corporation, que patrocina el certamen.
“Vamos a publicar en un mismo volumen todos
los trabajos, no sólo los de este año”, informó
Ofelia Tabares, directora del Museo Cubano. “Estuve pensando
en traducirlos, pero son cosas tan cubanas que se pierden en otro
idioma. Queremos mandar el libro a las bibliotecas donde haya departamentos
de español y de estudios cubanos”.
En Olor a almendra, una mujer gallega viaja
a Cuba en busca de matrimonio. No consigue casarse y se va a servir
como criada en una casa en la ciudad de Santa Clara. Allí
cuida a una anciana enferma que, al morir, le deja una propiedad
que la mujer convierte en pensión para librarse de la servidumbre,
lo único que sabía hacer.
“Primera vez que me presento a un concurso,
y estoy contentísima porque lo gané”, dijo Villares,
que trabaja en la Sección de Beneficios y Retiros del Departamento
de Personal en la Universidad Internacional de la Florida (FIU).
“Escribo desde hace mucho, pero nunca me animaba a enseñar
lo que hacía. Fue mi hija quien me animó a concursar,
y lo hice porque me lo debía a mí misma, pero no esperaba
ganar. Ahora tengo tremendas ganas de seguir escribiendo”.
Los protagonistas de La visita son una abuela
y su nieta, que toman en el Surgidero de Batabanó, en la
costa sur de La Habana, el barco El Pinero para visitar al padre
de la niña, encarcelado en el Presidio Modelo, de la Isla
de la Juventud. Cuando llegan les informan que el hombre no tiene
visita porque intentó fugarse. Regresan a pie, empieza a
llover, y la niña se asusta mucho con los truenos. “No
tengas miedo”, le dice la abuela antes de contraerse de nuevo
y exigirle que se apure, pues al día siguiente deben visitar
a su mamá en la cárcel de Guanajay.
“También es la primera vez que participo
en un concurso, y para hacer el cuento pensé en Enrique Vicente
y su esposa”, dice Díaz refiriéndose a una pareja
de empresarios cubanos residentes en Miami. “Los dos estuvieron
presos, pero pasó lo que pasa con los personajes cuando uno
escribe, que se van independizando del autor”.
El Museo Cubano abrió la entrega de sus
premios literarios en 1999 en el género de cuento. El 2000
correspondió a ensayo, el 2001 a artículo periodístico,
y el 2002 a poesía, para reiniciar el ciclo este año
con los cuentos. Integraron el jurado Julio Matas, Luis González
Cruz, Juan Cueto y Leonardo Fernández Marcané.
El Nuevo Herald. Nov. 26, 2003. |