Cuentos de indios cubanos. ¿Por qué conocer las palabras de los taínos?

Por Esteban Maciques Sánchez.

El pueblo taíno, como él mismo se llamó ante los españoles, ‘somos buenos’, para diferenciarse de los antropófagos caribes, fue quien dio la bienvenida al europeo al nuevo mundo. Víctima de la enfermedad, el mestizaje, la aculturación y la matanza, lo que quedó de él fue llegando a nuestros días a través de su cultura material –rescatada por la arqueología- y, sorprendentemente, a través de su lengua, que también fue la primera conocida de toda América.

Ninguna otra lengua influyó tanto en el español, y sus palabras sueltas, hoy ineludibles en nuestro léxico, evocan un pueblo que temía a los huracanes, pescaba y viajaba en canoas, dormía en hamacas, y tenía grandes caciques, como los héroes Hatuey y Guamá.

A falta de una escritura, la lengua taína (que es como se llama en el Caribe a la aruaca centrosuramericana) es como una llave que abre el pasado, a través de huellas y antiguos objetos, que hoy se pueden ver en museos y cuevas, y nos permite acercarnos y escuchar a personas que, como nosotros, dejaron en el aire el sonido de sus palabras, de su mundo. Todavía hoy se escuchan, como un eco.

Las leyendas aquí ofrecidas, en La Cacimba de Mabuya y otros cuentos de indios cubanos, por José Ramón Alonso y Marlene García, hacen que oigamos a esos hombres como iguales, que nos lleguen sus palabras  (inmersas dentro de la lengua española) y que resuenen llenas de vida, gracias al amor de estos autores.

Alcalá de Henares, España, 2015. arriba

 

 
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© Marlene García 2003 para José Ramón Alonso