alexander
von humboldt en cuba (1769-1859).
Por Esteban Maciques Sánchez.
Declaro la unidad de la raza humana. Me
resisto a la insípida pretensión de admitir razas
superiores y razas inferiores. (A. Von Humboldt)
La necesidad de profundizar en el conocimiento
de algunos aspectos de la realidad, la especialización, ha
hecho del siglo XX una centuria en la que, indudablemente, se ha
reconocido el mérito de numerosos genios. Sin embargo, los
sabios son ya seres de otras épocas, personas singulares
que vivieron del XIX para atrás. Y es de manejo común
que estos hombres, los sabios, pudieron llegar a tales porque, en
aquel entonces, todo quedaba por descubrir y sólo era necesario
el empeño, aunque fuera la dedicación absoluta al
mundo de lo desconocido. Es posible que, en materia cuantitativa,
quede ahora tanto por saber como antes, lo que hace que el primer
supuesto no resulte tan convincente. En cambio, el segundo parece
más necesario, y los hechos y obras de los llamados sabios
así lo testifican. Súmese a lo anterior la buena madera
y las adecuadas circunstancias, la semilla y el terreno. De esta
forma, el cuerpo del árbol, su fronda toda y, sobre todo,
sus frutos, estarán más cerca de aquel otro árbol,
arquetipo del conocimiento.
Friedrich Heinrich Alexander, barón de Humboldt,
que nació en Berlín el 14 de septiembre de 1769 y
murió en la misma ciudad el 6 de mayo de 1859, también
nació para sabio. Los primeros estudios los realizó
en el seno familiar (1),
como era costumbre de la aristocracia acomodada. Antes de ingresar
en la Academia de Minas de Freiberg en 1791 y en la Escuela de Comercio
de Busch, en Hamburgo, apenas con veinte años, realizó
excursiones al Harz y al Rhin, y luego a Bélgica, Holanda,
Inglaterra y Francia. Como resultado de sus estudios fue nombrado
Asesor del Departamento de Minas para los principados de Franconia,
puesto al que renunció para encontrarse con su más
amplia vocación, las ciencias naturales. Sus experiencias
como explorador y descubridor le llevan a declarar que "La
naturaleza es el reino de la libertad", lo que bien pudiera
ser la máxima del ecologismo moderno.
Se reúne en España, en 1798, con
el botánico Bonpland (2)
y juntos salen en la fragata Pizarro desde La Coruña, el
5 de junio de 1799, con destino a América. El primer puerto
americano a conocer debió haber sido el de La Habana, después
del paso obligado por las Islas Canarias, pero una epidemia de fiebres
hizo que el barco se desviara rumbo a Cumaná, Venezuela.
El cambio de la ruta le valió para explorar el río
Orinoco y demostrar, el primero, la bifurcación de sus aguas.
Pero antes de resumir en cuántos descubrimientos
Humboldt se adelantó a sus coetáneos, hay que precisar
qué medios le valieron para alcanzar tales descubrimientos.
No fue el menos importante el pasaporte real español, que
facilitaba toda la labor científica, eliminando cualquier
obstáculo. Nunca antes ningún científico había
gozado de tal privilegio:
"Ordena su Majestad a los capitanes generales,
comandantes, gobernadores (...) no impidan por ningún motivo
la conducción de instrumentos de física, química,
astronomía y matemática, ni al hacer en todas las
posesiones ultramarinas las observaciones y experimentos que juzgue
útiles, como tampoco el colectar libremente plantas, animales,
semillas y minerales, medir la altura de los montes, examinar la
naturaleza y éstos y hacer observaciones astronómicas
y descubrimientos útiles para el progreso de las ciencias;
pues por el contrario, quiere el rey que todas las personas a quienes
corresponda den al barón von Humboldt todo favor, auxilio
y protección que necesite" (3).
Soplaban los vientos del llamado "despotismo
ilustrado" y con ellos llegaban a las colonias americanas las
reformas urbanísticas y el humanismo de Carlos III. Esta
fue la llave que hizo posible que la semilla científica naciera
en tierra fértil. Y esto no es una imagen poética,
porque Humboldt hizo aportes en todas las ramas del saber apuntadas
en su pasaporte, y en otras que no estaban previstas y que no resultaban
precisamente gratas a la Corona.
Fue José de la Luz y Caballero (4)
quien lo recibió en Cuba y con el que Humboldt contrajo amistad,
el que declaró: "Colón dio a Europa un Nuevo
Mundo; Humboldt se lo hizo conocer en lo físico, en lo material,
en lo intelectual y lo moral".
De ahí que lo llamara el "Segundo Descubridor
de Cuba". Por supuesto, lo que de manera tan sintética
destaca Luz y Caballero, rebasa con creces lo apuntado en el pasaporte
del científico.
No es que antes de Humboldt no hubiera expediciones
a América, sino que los resultados de estas, o bien se dieron
a conocer con posterioridad a la del barón, o gracias a él.
Y, en ningún caso, sus predecesores gozaron de sus ventajas.
Se conocían las mediciones del arco ecuatorial hechas por
La Condamine y Bouguet en 1735, acompañados de los españoles
Jorge Juan y Antonio Ulloa. Se desconocían los resultados
de la primera expedición botánica, al Perú
y a Chile, de José Pavón, Hipólito Ruiz y J.
Dombey, en 1777 y de la segunda con tales fines, la de José
Celestino Mutis al reino de Nueva Granada, en 1783, que dio como
resultado miles de láminas, verdaderas joyas del arte y de
la ciencia, y numerosos estudios. En cambio Humboldt examinó
estos últimos en su visita al jardín botánico
de las minas de plata de Mariquita, y Mutis aprovechó para
pedirle que continuara la educación de su discípulo,
el granadino Francisco José de Caldas. Tan impresionado quedó
Humboldt con Mutis que lo retrata en el primer tomo de su magna
obra, y a él hace una sentida dedicatoria. En México,
Humboldt conoció a Casimiro Ortega quien, con igual misión
que Mutis, se quejaba al sabio alemán de que todo el material,
coleccionado por él, permanecía olvidado en el Jardín
Botánico de Madrid. En estos momentos, el marqués
de Malaespina se encontraba en la cárcel, y los resultados
de su expedición seguían esperando, en gran medida,
a ser descubiertos (5).
En cambio, Humboldt permanece en América
desde 1799 hasta 1804, y en estos cinco años recorre más
de 64000 kilómetros. En junio de 1799 llega a Venezuela.
En el 1800 viaja a Cuba, en 1801 a Cartagena de Indias y a Bogotá,
en 1803 a Acapulco y, en el mismo año, vuelve a La Habana
y de ahí se dirige a Filadelfia y a Washington. El 3 de agosto
de 1804 llega a Burdeos. Como resultado de su viaje publica numerosas
obras, pero sin duda la más importante es la compuesta por
30 volúmenes, 20 en folio y 10 en cuarto, titulada Voyage
aux régions équinoxiales du Nouveau Continent fait
en 1799, 1800, 1801, 1802, 1803 et 1804 par Alexandre de Humboldt
et Aimé Bonpland, redigé par Alexandre de Humboldt,
en la edición Rosa, París, de 1822, y conocida en
español en su traducción como Viaje a las regiones
equinocciales del nuevo continente. Sólo en estos volúmenes
se hace la descripción de más de 60000 especies de
plantas y animales, casi todas hasta el momento desconocidas. Y
en cuanto a Cuba se refiere, publica, por primera vez, el mapa original
de Juan de la Cosa, que hoy forma parte de la colección del
Museo Naval de Madrid.
Humboldt fue uno de los primeros pioneros en indicar
el posible origen asiático del hombre americano. En 1799,
fue el primero en estudiar la caída de los meteoritos y la
constitución química de la atmósfera. Junto
a Laplace, contribuyó a descifrar "la piedra del sol",
el calendario azteca.
Se considera el fundador de la geografía
económica, política y botánica. En este terreno
desarrolló el sistema de los cortes geológicos y relacionó,
por primera vez, ciertas estructuras terrestres con el vulcanismo.
También fue el primero en investigar las corrientes subterráneas
y las propiedades de las aguas marinas. Por sus estudios sobre magnetismo
se considera el padre de la geofísica.
Sus conocimientos de física y de astronomía
le permitieron rectificar la posición geográfica de
La Habana -errada hasta entonces- y ubicar el Cabo de San Antonio,
en Cuba, así como Santo Domingo, Gran Caimán, Jamaica
y el Cabo Portland.
Por si todo lo anterior fuera poco, también
fue pionero en experimentar, sobre sí mismo, los efectos
curativos de la electricidad. Y como si no bastara para llegar muy
alto todo lo dicho hasta el momento, el 23 de junio de 1802 ascendió
al Chimborazo, y alcanzó la mayor altura pisada hasta el
momento por un ser humano, 5810 metros.
Con todo lo anterior, nos mueve sobre todo a admiración
la dimensión humana de Humboldt, en su preocupación
por los más pobres y desprotegidos. Por los primeros, invirtió
esfuerzos en la creación de aparatos para la seguridad de
los mineros, realizó la primera escuela de obreros en Alemania
y proyectó un plan de pensiones para estos. Por los segundos,
dejó testimonio de su abierta oposición a la explotación
del hombre, so pretexto de raza o condición. Su estancia
en Cuba hizo posible que escribiera dos obras, en las que encontramos
fundamentada esa excepcional dimensión.
Humboldt y Cuba.
“La preponderancia política pasará
a manos de los que tienen la fuerza del trabajo, la voluntad de
sacudir el yugo y el valor de sufrir largas privaciones.”
(A. Von Humboldt).
Arriba a Cuba por primera vez el 19 de noviembre
de 1800 y parte el 8 de marzo del siguiente año, movido por
un falso rumor, para unirse a la expedición que realizaría
Baudin al Mississipi. Y regresó, sólo por dos meses,
el 7 de marzo de 1804. Pese a su corta estancia, fue Cuba el único
país al que dedicó dos libros: Cuadro estadístico
de la Isla de Cuba, publicado en París, en 1831, y el
Ensayo Político sobre la Isla de Cuba, traducido al
español y conocido en Cuba en la versión de 1827.
"Precisamente donde se cruzan, por decirlo
así, una multitud de calzadas que sirven de comercio de los
pueblos, es donde se halla situado el hermoso Puerto de La Habana".
Así habla de la entrada natural de la ciudad que lo había
recibido. Humboldt llega a un país en el que se está
formando una conciencia nacional. La Universidad de La Habana se
había fundado en el 1728, en 1769 el Seminario de San Ambrosio,
luego también de San Carlos. Recientemente, en 1782, comenzó
a ver la luz "La gaceta de La Havana". Y en 1790, el mismo
gobernador, don Luis de Las Casas crea el "Papel Periódico",
bajo el influjo de "el despotismo ilustrado". El paso
de factoría a colonia, la preocupación por la mejora
de las colonias en la Sociedad Económica de Amigos del País
-fundada en 1793 (6)-,
en resumen, el espíritu del Iluminismo, que conjugaba el
progreso económico y el liberalismo, están en el día
a día del momento. Arango y Parreño, José Agustín
Caballero, y Tomás Romay abordan en sus estudios aspectos
relacionados con la sociedad, la economía, la filosofía,
la medicina y la filantropía. El padre Félix Varela
(1787-1853), antiesclavista, trabaja en su reforma filosófica
y educativa, y endereza poco a poco su pensamiento hacia el separatismo.
Y toda la economía colonial se apoya en el deshumanizado
tinglado de la esclavitud.
"Me ha parecido que en la Habana y Caracas
(hay) mayor conocimiento de las relaciones políticas de las
naciones y miras más extensas sobre el estado de las colonias
y de las metrópolis. La multiplicación de las comunicaciones
con el comercio de Europa y aquel Mar de Las Antillas que hemos
descrito como un mediterráneo con bocas, han influido poderosamente
en el progreso de la sociedad en la Isla de Cuba".
Esta es la manera singularmente genial que tiene
Humboldt de percibir el proceso que antes describíamos.
A su llegada a La Habana, es recibido por la aristocracia
de sangre y por la económica, los condes de O´Reilly,
Mompox y Jaruco, Bayona, Peñalver, Lagunillas y Santa María
de Loreto; los marqueses del Real Socorro y de Casa Calvo. Estos
no pudieron pensar que a la opinión de Humboldt, recogida
en la primera de sus obras aquí citada, desde un punto de
vista tan optimista "(Cuba)... un país que abre un campo
vasto a la civilización humana", siguiera una crítica
directa a "El principio odioso del sistema colonial" y
aseverara que "Semejante estado de cosas no puede durar mucho".
Pero sus contactos más fructíferos
en la isla fueron con Francisco Arango y Parreño, quien lo
ayudó en sus enfoques económicos y con los datos estadísticos
y, sobre todo, con el ya mencionado José de la Luz y Caballero,
quien lo acompañó en buena parte de su viaje y con
quien mantuvo una amistosa correspondencia. No puede tampoco olvidarse
su participación en una de las Juntas de la Sociedad Económica
de Amigos del País, principal institución cultural
de la época, donde discursó sobre sus estudios de
geología y mineralogía.
Su visita a Cuba comprendió las costas y
las islas del archipiélago conocido como "Jardines del
Rey", el estudio de las aguas dulces que brotan en medio de
la bahía de Jagua. Le llamó la atención y denunció
la tala indiscriminada de bosques. Realizó apuntes de carácter
mineralógico, astronómico, botánico y geológico,
que recogió en las obras referidas. Desde el punto de vista
social, destaca la caracterización de la sociedad cubana,
realizada en el Ensayo Político sobre la Isla de Cuba,
que le hizo decir a su amigo W. Goethe: "Es admirable cómo
en esta obra se hace el resumen de lo interesante y cómo
se establece una idea con números", así como
también el capítulo VII de dicha obra, donde realiza
su crítica a la esclavitud.
Baste, en este sentido conocer la repercusión
que tuvieron estos aspectos en su momento. Apenas conocida la traducción
del Ensayo Político sobre la Isla de Cuba, se prohibió
su venta y circulación en la Isla. Es de los primeros libros
de carácter social incluidos en el Index colonial, según
una resolución del cabildo, en sesión del 29 de noviembre
de 1827, "por las observaciones que había referente
a la esclavitud", y que se leía a escondidas. Puesto
esto en conocimiento de Humboldt, y sabida la posterior tergiversación
del capítulo VII, el autor lo llamaba el "libro negro
acerca de la isla de Cuba". La traducción del mencionado
capítulo, que Humboldt tituló "De la esclavitud",
fue intitulado "Razas" y modificado su contenido por el
estadounidense y cubano John S. Thrasher (7),
lo que motivó una correspondencia aclaratoria por parte del
autor.
Los reconocimientos cubanos a la figura de Humboldt,
después de su muerte, han consistido más en mantenerlo
vivo dentro de la memoria cultural de la Isla, que en nombramientos
o condecoraciones. Uno de los actos, en justicia, fue la reedición
de su Ensayo Político sobre la Isla de Cuba a cargo
de don Fernando Ortiz, en 1930. Dentro de Cuba pocos monumentos
recuerdan al gran científico. En el año de 1940, la
Cámara Municipal de La Habana dio su nombre a una calle del
barrio de El Vedado, en esa ciudad, calle que luego pasaría
a la historia nacional por hechos cruentos.
En el año de 1939, La Universidad de La
Habana colocó bajo la estatua de A. Humboldt, en la universidad
alemana que lleva su nombre, una inscripción que reza:
"Al segundo descubridor de Cuba"
La Universidad de La Habana, 1939.
En la calle de Cristo 7, en la ciudad de Trinidad,
así quedó plasmado:
"14 de Marzo de 1801
Se hospeda en esta casa el sabio alemán Alejandro de Humboldt
Redescubridor de Cuba
Con su paso nos dio gloria.
Hoy ante los miembros del IV Congreso Nacional de Historia,
colocamos este recuerdo de gratitud al científico que nos
reveló a la humanidad".
Asociación pro Trinidad
Trinidad de Cuba, octubre 11 de 1947.
Este hombre, que fue llamado en vida "Aristóteles
moderno o del siglo XIX", que recibió la medalla grabada
por Loos con la inscripción Novi orbis Democritus
u otra con la de Illustrans totum radiis splendentibus, por
el que casi todas las Academias de entonces se sintieron honradas
al incluirlo en su membresía, que fue declarado ciudadano
benemérito de seis naciones americanas, este hombre quizás
se sintiera orgulloso porque se le recordara, de la manera en que
su amigo el libertador Simón Bolívar quería,
"...siempre con los días de la América presente
en el corazón de los justos apreciadores...".
Madrid, 2000.
Bibliografía.
- Acevedo Díaz, Mario (s/f): Alejandro
de Humboldt, Descubridor Científico de América,
Academia de Historia de Santander (Separata 255-256).
- Bayo, Amando (1970): Humboldt, Editora de Ciencias Sociales,
La Habana.
- Barnley, Miguel A. (1959): Presencia de Humboldt en Cuba,
Imprenta del Archivo Nacional, La Habana.
- González Montero de Espinosa, Marisa (1992): La Ilustración
y el hombre americano, Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
Madrid.
- Hernández, Pablo y Esteban Maciques (1994): "La institucionalización
de los estudios antropológicos en Cuba (1875-1903). En: Asclepio,
Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, vol, XLVI, Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, Madrid.
- Humboltdt, Alejandro (1930): Ensayo político sobre la
Isla de Cuba, Colección de Libros Cubanos, vol. XVI y
XVII, Cultural, S.A., La Habana.
- Melón, Amando (s/f): Alejandro de Humboldt en América
española, Talleres Tipográficos Cuesta, Valladolid.
- Melón, Amando (1960): Alejandro de Humboldt. Vida y
Obra, Edit. de Historia, Geografía y Arte, Madrid.
- Meyer-Abich, Adolf (1969): Alejandro de Humboldt, Inter
Nationes, Bad Godesberg.
- Ortiz, Fernando (1931-1934): "Alejandro de Humboldt y Cuba".
En: Revista Bimestre Cubana, La Habana.
- Reyes, Alicia (1967): Alejandro de Humboldt (apuntes biográficos),
serie el Hombre en la Historia, México D.F.
- Sorré, Max (s/f): Alexandre de Humboldt (1769-1859),
Cahiers de L´Institut des Hautes Etudes de L´Amerique
Latine.
- Villanova, Manuel (1960): "Humboldt y Trasher", Cuadernos
de Historia Habanera, notas y prólogo de José Luciano
Franco, Oficina del Historiador de la Ciudad, La Habana. (sic).
Notas.
(1)
Sobre la infancia y educación de A. von Humboldt puede consultarse
la amplia y documentada obra de Amando Melón (1960).
(2)
Amado Goujand (1773, Francia-1858, Uruguay), destacado naturalista;
como resultado de sus viajes realiza la descripción científica
de miles de especies americanas, la mayor parte no conocidas hasta
entonces. (N. de A.).
(3)
Cita tomada de Armando Bayo (1970, p.p. 31-32).
(4)
Destacado intelectual y pensador antiesclavista y reformista discípulo
del padre Félix Varela. Inicia, junto a su maestro, la saga
de desterrados ilustres (muere en Barcelona, en 1879). Fue en el
colegio del Salvador educador de buena parte de la generación
que inicia la guerra de independencia de 1868. Su pensamiento reformista
-resumido en "O España concede reformas a Cuba o Cuba
se pierde para España"- fue, además de un vaticinio,
inspirador del reformismo posterior. (N. de A.).
(5)
Más información al respecto en Marisa González
(1992) y en Mario Acevedo Díaz (s.f.), (N.de A.).
(6)
Sobre esta y otras instituciones de la época ver Hernández,
Pablo y Esteban Maciques (1994). (N. de A.).
(7)
Más sobre este incidente en Armando Bayo (1970). (N. de A.).
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