LOS NUEVOS PARIENTES DEL MARÍA MOLINER.

Por Winston Manrique.

EL interés de la tradición francesa y angloamericana por otras áreas distintas al lenguaje y al léxico –presentadas alfabéticamente- se refleja ahora en España en la proliferación de diccionarios de todo tipo y que desde 1996 se acercan al centenar de títulos. “Es la prueba de un cambio de hábitos cultural muy positivo, del deseo de ampliar fronteras por parte del público”, según Marisol Palés, de Espasa, editorial que lleva más de 70 años publicando estas obras. “Así se benefician el lector y las editoriales, porque son libros que no tiene la caducidad breve de las novelas o los ensayos”. Diccionarios y enciclopedias abarcan temas como los mitos y enigmas, monstruos y supersticiones, insultos o voces eróticas cubanas.

España vive un auge por los libros que tratan toda clase de temas ordenados alfabéticamente.

El anhelo por escudriñar en el pasado, en el futuro y en los enigmas sobre temas conocidos o inconfesables se ha intensificado en España. Y las respuestas las buscan los españoles en toda clase de diccionarios exóticos, que en los últimos cinco años se acercan al centenar. Ahora, junto a los diccionarios de María Moliner, el de la Real Academia o el Pequeño Larousse, están otros que exploran temas que van desde los mitos y enigmas, pasando por asuntos bíblicos y de supersticiones, hasta los que hablan de vicios e insultos.

Incluso cada día surgen más propuestas de autores por realizar diccionarios no ortodoxos o lexicográficos, o libros que, sin llevar la palabra diccionario, enciclopedia o atlas, funcionan como tales, cuenta Marisol Palés, de la colección de diccionarios de Espasa, editorial que lleva más de 70 años publicando este tipo de libros. El auge es tal, que algunos rompen el stock normal, como los de cine, y se deben reeditar con alguna periodicidad. “Es una prueba de los cambios de hábitos intelectuales y del deseo de ampliar fronteras de conocimientos por parte del público”, agrega Palés, “así como de los intereses editoriales”.

Ya en una vuelta de tuerca, Espasa tiene previsto presentar para la próxima Feria del Libro de Madrid, en mayo, el Diccionario de Lenguas, coordinado por Rafael del Moral, que presenta todas las lenguas del mundo, sus alfabetos, sus mapas lingüísticos y el origen de lenguas y letras.

Un vistazo a esta parentela de diccionarios “menos ortodoxos” podría empezarse con los que hablan sobre el origen del Todo. Con un atisbo al centro de esa Nada llamada Caos, donde anidaba todo lo visible e invisible de acuerdo a las mitologías griega y romana, para luego adentrarse a “cuando los cielos aún no tenían nombre ni de la Tierra se pronunciaba el nombre”, según recuerda el Diccionario de la Mitología Mundial (Edaf).

Hallado el nombre de las primeras cosas, se habría de desencadenar la creación con su estela de dioses y reinos, ambiciones y guerras, amores y pecados, y traiciones y castigos tan comunes en todas las culturas. Voces y leyendas que suman más de seis mil y que recoge el Diccionario de Mitología Universal (Espasa), que da cuenta de estos mundos que deambulan en regiones como África, Himalaya, la Polinesia o países como Japón. Son obras que no están pensadas exclusivamente para los especialistas y se publican con la vocación del Hermes griego, o Mercurio para los romanos, de servir de mensajeras con temas detallados y en tomos como en el Diccionario de las Mitologías (Destino), o si se prefiere de manera veloz, en el de La Mitología Clásica, de la colección Flash de Acento.

Un descenso a mundos más terrenales, donde la realidad se trenza con las creencias, permite vislumbrar civilizaciones como las surgidas al suroriente del Mediterráneo, cubiertas por capas de milenarios misterios. Sólo que algunas de esas capas crípticas se levantan con tres diccionarios: el Básico de Arqueología Egipcia (Obelisco), el de Jeroglíficos Egipcios (Alderabán) y el de Mitología Egipcia (Olafteta). Títulos que además de descifrar mundos antiguos aclaran el origen de palabras como musarañas, con múltiples acepciones, que no son más que esos ratoncillos momificados que aparecen en las cajas de bronce egipcias.

Más allá del cielo y de la Tierra están los seres de la luz y de las tinieblas, rescatados en el Diccionario de dioses y diosas, diablos y demonios (Paidós). Más de dos mil personajes que se pueden conocer o encontrar no sólo en orden alfabético, sino también por su sobrenombre o por sus funciones, aspectos o ámbitos. Atrapados en rincones de aquel mundo se pueden ver los rostros de vástagos de miedos eternos desencuevados por libros como el Bestiario Mágico (Edaf), o de criaturas más horripilantes a las que se puede encarar en el Diccionario ilustrado de los monstruos (Olañeta), donde reposan desde los caballucos del diablo, el espanto de Navalón hasta algunos monstruos del futuro.

Una clave para contrarrestar este universo de tinieblas y fealdad habita en los mundos paralelos donde seres mágicos titilan y cuchichean en praderas y bosques. Seres y mundos exhibidos en la Gran enciclopedia de seres mágicos (Mondadori), Guía de campo de las hadas y demás elfos (Olafteta) o en la colección Guía de los seres mágicos de España (Edaf), y que recuerdan, por ejemplo, que hace mil años las aguas del Cantábrico tuvieron fama de ser uno de los refugios preferidos por las sirenas.

De vuelta a tierra firme esperan los hombres que zigzaguean en las fronteras de los enigmas, los temores, las injusticias y de las preguntas sin respuesta del mundo bíblico. Pistas hay. Como la de conocer el vocabulario esencial para entender las sagradas escrituras a través del Diccionario de la Biblia (Círculo de Lectores y Paidós). También está el mundo hermético del catolicismo recogido en Los grandes enigmas del cristianismo (Robin Book), que desempolva, entre otras cosas, el Arca de la alianza y la misteriosa leyenda de su poder y letalidad. De tiempos posteriores al Arca se habla en El libro negro de la Inquisición y en la Enciclopedia de los herejes y las herejías (ambos en Robín Book) y en el Diccionario de los Santos (Alderabán).

El destino, las cábalas, las supercherías y los anuncios del fin del mundo como madre de todas las creencias tampoco se ha olvidado. Las profecías y los milenarismos (Acento) recuerdan no sólo a la bestia, o al Anticristo de la Biblia con su 666, sino también que el augur más famoso ha sido Nostradamus, cuyos vaticinios han tenido 999 interpretaciones desde su anuncio hace 500 años.

A la sombra de estos temores tiránicos han brotado otros más peregrinos, de los cuales da cuenta el Diccionario de supersticiones y creencias populares (Alianza), que da fe tanto de la creencia popular de la mala suerte que significa pasar a alguien la sal de mano a mano hasta la creencia medieval de que bañarse desnudo en un río da buena suerte.

A menesteres más delicados se refiere el Diccionario de magia en el mundo antiguo (Alderabán), entre cuyas hojas aparece la mandrágora con todas sus virtudes, al igual que con los miedos que despertaba en algunas culturas antiguas el sólo hecho de saber si había sido mal recogida. Más conectados con esta era de Acuario, en la que está entrando la humanidad y conocida como Nueva Era, son La nueva enciclopedia de los sueños (Robin Book) y Todo lo que necesita saber sobre los colores (Cúpula). Una esfera de universos cuyos mundos de más allá y de más acá se estudian y visualizan a través de las interpretaciones que ha hecho de ellos el hombre en el arte en El libro de los símbolos. Metamorfosis de lo humano entre Oriente y Occidente (Mondadori).

Otro gran apartado en este auge de diccionarios no clásicos son los que atañen al hombre, a su entorno y a la actualidad. Uno de ellos es el Diccionario de homosexuales lesbianas y homoeróticos (Traficantes de Sueños) que repasa los personajes de la historia de la humanidad, reales o ficticios, o lugares y objetos vinculados con la homosexualidad. La mujer también tiene un capítulo especial en el que se repasa su historia, situación, influencia y reconocimiento a través de enciclopedias dedicadas a ella (Akal y Robin Book).

De aspectos controvertidos durante siglos dependiendo del uso que le da el ser humano, pero con un enfoque académico y clarificador, trata la Enciclopedia de las sustancias psicoactivas (Paidós).
Aunque no hay que olvidar, según el Diccionario del que duda (Granica), que estos libros, exóticos o lexicográficos, “bajo el disfraz de la descripción, ofrecen una prescripción”.

De vicios, pecados y males morales.

Sobre los desvaríos del espíritu humano existe un tratado de patología moral titulado Diccionario razonado de vicios, pecados y enfermedades morales (Alianza). Un mapa que orienta sobre las zonas prohibidas, a evitar si lo que se busca es el triunfo o quedar bien. Pero, con éxito o sin él, lo que en un momento dado puede servir a más de uno son dos diccionarios del insulto (Península y Del Prado). Allí se recogen la retahíla de palabras, palabrejas y expresiones envenenadas, para no quedar como un pánfilo.

Y de palabras envenenadas a palabras picantes agrupadas en el Diccionario ilustrado de voces eróticas cubanas (Celeste), entre cuyas páginas se descubre la imaginería caribeña sobre la sexualidad con todo su barroquismo exacerbado y preñado de humor.

En la misma tónica y apartado de esta zona de irreverencia se puede entrar en una más guapachosa: la del Diccionario del Diablo (Edimat Libros). Porque, como dice, al fin y al cabo el lenguaje no es más que “música con la que encantamos a las serpientes que custodian el tesoro ajeno”.

El País, domingo 8 de abril de 2001:35.Arriba

 
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© Marlene García 2003 para José Ramón Alonso