ESTE
LIBRITO (Presentación del libro para niños y jóvenes
LA CASIMBA DE MABUYA. CUENTOS DE INDIOS CUBANOS).
Por Marlene García Núñez y José
Ramón Alonso Lorea.
El presente librito es fruto de un largo trabajo
de búsqueda, investigación, compilación y paciente
reescritura. Puede ser su lector cualquiera que se interese por
las leyendas cubanas que aquí se cuentan. Pero está
especialmente redactado para ti, niño o joven lector cubano
que vives dentro o fuera de Cuba.
La Casimba de Mabuya reúne, de entre
un número mayor de relatos generalmente desconocidos, catorce
historias que recuerdan a aquellos primeros cubanos, quienes habitaron
durante más de siete mil años nuestro archipiélago,
comieron de sus frutos y peces, y fumaron de su tabaco. Sobre la
huella de estos antiguos se incorporó, con el tiempo, elementos
de la cultura hispana y de la africana. Ellos, los indios, nos dejaron
los nombres de muchísimas zonas de nuestra geografía
-entre ellos la voz Cuba-, los nombres de la flora, de la fauna,
y -por si fuera poco- nos dejaron estos cuentos que ahora reescribimos
para ti.
¿Por qué reescribimos estos cuentos?...
Por una simple razón. A nosotros estas leyendas nos han llegado
con inexactitudes culturales, son hijas del mismo proceso de mestizaje
que los actuales pobladores de las islas. Diezmada la población
indígena, y desaparecida su cultura bajo la conquista y colonización
hispana, estas historias han pasado de generación a generación,
por la vía de la tradición oral, durante cinco siglos.
Y durante ese largo tiempo se le han ido incorporando anacronismos,
es decir, hechos y atributos culturales que nunca fueron propios
de las culturas indocubanas.
Por ejemplo, no es cierto que Mabuya tuviera "manchado
el cuerpo con el tizne del infierno", o que fuera una "jerarquía
infernal" o "el diablo" o "el demonio",
porque estas son todas valoraciones desde la religiosidad cristiana,
no tienen nada que ver con la concepción de la muerte, o
de la vida en la Casa de los Muertos, que tenían los indoantillanos.
Igualmente sucede con el arco y la flecha, no eran
armas propias del indio cubano. Para la guerra, el trabajo y la
caza, ellos usaron hachas de piedra enmangadas en madera; también
de madera construyeron lanzas pequeñas y arrojadizas, y la
conocida macana, especie de espadón con filos romos, hecho
de madera de palma.
También, en las leyendas que presentamos,
descartamos el uso del término siboney que tan reiteradamente
se menciona en ellas, porque los sucesos que se cuentan -principalmente
los relacionados con la agricultura y las técnicas de pesca-
son propios del horizonte cultural taíno.
Asimismo estuvimos obligados a reescribir porque,
para construir una historia, hemos tenido que reunir muchas versiones
que se han recogido de un mismo mito. Desde dos en la leyenda sobre
el pez Manjuarí, hasta más de veinte relatos de informantes
para estructurar el mito del cacique Hatuey.
Como ves joven lector, a nosotros nos instan dos
pretensiones fundamentales: crear adaptaciones literarias que intenten
recuperar el mito lo más pegado posible al original, y conservar
la tradición haciéndola llegar a tus manos a través
de este librito.
Tres cositas más te diremos que no debes
pasar por alto. Primero, el uso de la palabra "indio",
en estos cuentos, lo hacemos con toda intención. Es algo
así como una desobediencia, pero que tiene su justificación.
La mencionada palabra se mira con recelo, con manifiesta desconfianza,
desde algunas instituciones académicas que se dedican a los
estudios de prehistoria. Estas academias, que están en Cuba
y en general en el Caribe que habla en español, se resisten
a usar este vocablo. La tal palabra es como una mala palabra. Y
quienes no la usan se justifican con la lamentable confusión
geográfica y cultural de Cristóbal Colón -que
cuando llegó al Caribe pensó que había llegado
al Asia, y por ende, a la India de ese continente- o porque a veces
se le da a la palabra un sentido despectivo. Pero el vocablo llegó,
junto con Colón, para quedarse, es bastante popular, más
que "aborigen", y está, como raíz, en la
formación de más de veinte palabras de la lengua española
que se suelen usar para referirse al hombre y a las sociedades antiguas
de América. ¿Ejemplos?... aquí los tienes:
amerindio, indiada, indianismo, indianista,
indiano, indígena, indigenado, indigenismo,
indigenista, indiófilo, indoamericano,
indoantillano, indocubano...
Segundo, te llamará la atención lo
largo que son los títulos de los cuentos, eso tiene su explicación.
Hace quinientos años, cuando todavía vivían
las culturas indocubanas, cuando los españoles pusieron sus
plantas en las islas por primera vez, se escribían los títulos
así de largos en los libros. En los títulos, con un
"de cómo" u otra frase similar, se quería
explicar o precisar aquellos elementos esenciales de la narración
que aparecía a continuación. También nosotros
lo hemos hecho así, porque nos hemos imaginado un viaje al
archipiélago cubano del siglo XV, y nos hemos imaginado el
encuentro con un indio viejo que nos contó las historias
que ahora te contamos. A él se las contó su padre
que a su vez se las contó su padre. Lo mismo le sucedió
al fraile Ramón Pané hace quinientos años,
cuando llegó a la isla que hoy comparten Haití y Santo
Domingo. Él, a finales del siglo XV, también escribió
un librito en esta isla. Su librito se llama Relación
acerca de las antigüedades de los indios, habla de los
mitos y ceremonias de aquellos antiguos hombres. El texto de Pané
es el primer libro escrito por un europeo en América, es
un libro que debes leer. Y a ellos, al libro y al autor, hemos querido
dedicar nuestro librito.
Tercero, te encontrarás, al inicio de cada
cuento, un párrafo que te hablará de ciertas tradiciones
orales, dichos, usos y costumbres que tenemos los cubanos de hoy,
y que están relacionadas o que vienen directamente -sin nosotros
estar ni enterados- de pasajes míticos de aquellos antiguos
cubanos. En este párrafo también conocerás
los nombres de personas que han recogido estas narraciones en el
campo cubano, y de cómo las historias han ido pasando de
boca a boca -o de libro a libro, que es igual y de mucho agradecer-.
Tienes un ejemplo en la leyenda de Mabuya, que pasó de Estelio
a Andrés, de Andrés a Samuel, de Samuel a nosotros,
y de nosotros a ti. Y a ti te tocará seguirla contando o
reescribiendo para que se mantenga la tradición.
También, al inicio de cada cuento y al final
de este librito, tendrás un brevísimo glosario donde
ampliarás conocimientos sobre algunas palabras que a lo mejor
desconoces. Unas, porque no son muy habituales en nuestras conversaciones
comunes; otras, porque ya no se usan o sólo las encontrarías
en la literatura especializada, esa que se dedica al estudio de
los antiguos habitantes de las Antillas. Encontrarás los
nombres de objetos y atributos usados por los extintos indios, y
nombres indígenas de la flora y la fauna autóctonas
de Cuba.
Finalmente, sobre la autenticidad de los mitos,
puedes comprobar en algunos cómo coincide la historia que
se narra con el significado de los nombres aborígenes de
los protagonistas. No es el azar, tampoco invención de unos
guajiros que desconocían la lengua que hablaban los antiguos
indios. Y hasta el cacique Hatuey o Yahatuey, que realmente existió,
llevaba inscrito en su nombre el destino mítico que el behique
de su tribu le habría vaticinado: espíritu-que-brilla-en-el-cielo.
Como escribió Samuel Feijóo, estos mitos "son
originales y revelan una recia, sencilla imaginación poética
insular". Después de leerlos, a ti te tocará
contarlos.
Madrid, abril de 2002. 
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