La colección taína del Museo de América (Madrid). Estudio de los trigonolitos o piedras de tres puntas.

Por Esteban Maciques Sánchez.

La cultura taína.

La migración taína, también llamada agroalfarera (E. Tabío, IV Jornada Nacional de Arqueología, Cuba, 1979), de filiación aruaca, irrumpe en el arco antillano aproximadamente en los inicios de nuestra era, como resultado de un movimiento continental explicado a partir de dos teorías: la amazónica y la circuncaribe.

En uno de los textos más novedosos sobre el tema, Dacal y Rivero (1986, p. 123) expresan: "Los aruacos formaron uno de los grupos más extendidos del continente americano, llegaron a ocupar desde las Lucayas y las Antillas Mayores y Menores, hasta zonas tan extensas de la América del Sur, como aquellas que van desde la costa norte de este continente hasta el Paraguay. Su centro parece haber sido la zona del norte y noroeste de suramérica."

Portadores de una milenaria tradición cultural continental, los taínos implantan en las nuevas tierras las técnicas para el cultivo, fundamentalmente de la yuca (Manihot sculenta, Grantz), y, con ellas, sus creencias animistas y sus ritos. Sobre todo, a través de la obra de Fray Ramón Pané, Relación acerca de las antigüedades de los indios, ha llegado hasta nuestros días parte de la mitología taína.

La simplicidad de sus centros ceremoniales -cercados térreos y pétreos, juegos de pelota- descubiertos por la arqueología en el oriente de Cuba, y más sobresalientes en República Dominicana y en Puerto Rico, son expresión, sin la monumentalidad continental, de un dominio del espacio y de una concreción arquitectónica que se iba haciendo más compleja, por la armonización de vías empedradas con áreas delimitadas por lajas, en las que aún hoy se aprecian deidades incisas. En contraste con lo anterior, sus viviendas rudimentarias (bohíos), no difieren en gran medida de las continentales, y todavía hoy perviven en la tradición campesina.

Aunque no conocían la escritura, quizás sea su lengua, la aruaca, junto a otros elementos de su cultura material, el más importante legado para el estudio y comprensión de las raíces de este pueblo. Gracias a los avances que en el campo lingüístico se han realizado actualmente podemos tener una noción más precisa sobre la unidad taína del Caribe de entonces.

La lengua aruaca ha llegado al léxico antillano y al español en general, a través de términos imprescindibles para la comunicación contemporánea. Así encontramos, por sólo citar unos ejemplos, palabras como barbacoa, canoa, conuco, huracán, seboruco, cayo, areíto, cacique, jíbaro, jimagua, majá, carey, Cuba, Habana, entre otros (Valdés, 1984). Muchos de estos términos se han castellanizado y de esta manera se han formado: huracanado, bejucal, sabanero, etc (Valdés, 1986).

Sin pretender referir toda la riqueza cultural del arte taíno, valga sólo mencionar a modo de apretada síntesis, su expresiva y multiforme cerámica; lo figurativo y abstracto a un mismo tiempo, de su arte rupestre (Maciques, 1991); el dominio del trabajo escultórico en materiales tan diversos como el barro, la madera, la concha, el hueso y la roca.

Como expresión de su perfección técnica, de tradición y de especialización en el trabajo, la talla de la piedra alcanza singular belleza a través de las imágenes antropomorfas, zoomorfas y antropozoomorfas. Los valores de esta artesanía se evidencian en los distintos objetos que nos hablan del complejo mundo mágico del taíno antillano: amuletos frontales y pectorales, hachas y dagas grabadas, majaderos o percutores escultóricos, discos y máscaras, cabezas humanas masivas, idolillos colgantes, codos, collares, columnas y lápidas en sitios ceremoniales, petroglifos (Hostos, 1941), ídolos de distintas hechuras y, dentro de estos últimos, los trigonolitos o piedras de tres puntas, joyas enigmáticas del arte taíno.

Lámina 1. Trigonolito nº 3306. Con características antropomorfas. Talla fundamentalmente por volumen. Piernas flexadas con detalle de pies (posición ritual). Rebaba en cono. Ausencia de detalles en los ornamentos. Base con concavidad y apoyo estable. Procedencia antillana. Cultura taína.

La colección taína del Museo de América. (1)

Los objetos pertenecientes a la cultura taína, que atesora el Museo de América, pueden dividirse en dos grupos, atendiendo al material en que han sido confeccionados: de piedra y de cerámica. Si bien es cierto que la limitada variedad y cantidad de estos exponentes en este Museo no permite tener una idea de la riqueza artefactual de los taínos, a la que anteriormente he hecho referencia, en cambio, los valores singulares de algunas de estas piezas resaltan tanto por sus implicaciones histórico-museológicas, como por ser ejemplares de artístico acabado que evidencian el dominio de técnicas muy especializadas de trabajo.

De estos dos grupos, la colección de cerámica resulta especialmente pequeña. Sólo existen treinta y tres fragmentos de los cuales uno es un cuello de vasija (chicoide) y los restantes son asas. Hay solamente una cazuela completa. De ahí que no pueda hablarse de una representatividad en la colección, del arte de los taínos, con una presencia de más de 1490 años en las Antillas.

Los objetos en piedra pueden a su vez dividirse, según los tipos, en: hachas, manos de mortero (o majaderos), ralladores (o guayos), cinturones, codos y trigonolitos o piedras de tres puntas.

Lámina 2. Trigonolito nº 3322. Características antropomorfas. Talla en volumen con detalle de aletas nasales. Cono con ligera inclinación hacia delante. Las piernas flexadas terminan en una convención de oquedades y dedos de pies incisos. Base cóncava (sin concavidad interior) y apoyo estable. Procedencia antillana. Cultura taína.

Como la muestra es pequeña, puede resultar interesante a fines de futuros estudios ofrecer un inventario de la misma (apéndice 1), que primero atienda a la historia de esta colección.

Trigonolitos 3321, 3322, 3324, 3318, 3313, 3316, 3302, 3306, 3314, 3305.
Cinturones de piedra 3323, 3319, 3310, 3315, 3307, 3304.
Codo 3303
Hachas 3317 y 3301
Manos de mortero 3311, 3308; 16584 y 16744 (aunque no indican procedencia tienen características típicas taínas)
Ídolo o cemí (mueble) 3312
Ídolo o cemí 3335 (¿taíno?)
Rallador o guayo 3309
Cerámica vasija: 81/12/1; asas: 3325, 3326, 3327, 3328, 3329, 3330, 3331; 88/7/1,88/7/2, 88/7/3, 88/7/4, 88/7/5; 85/2/1, 85/2/2, 85/2/3, 85/2/4, 85/2/5, 85/2/6, 85/2/7, 85/2/8, 85/2/9, 85/2/10, 85/2/11, 85/2/12, 85/2/13,85/2/14,85/2/15,85/2/16,85/2/17, 85/2/18, 85/2/19, 85/2/20, 85/2/21,85/2/22.
Falsos 3333 (y 18 piezas más sin número de inventario, todas adjudicadas a la falsa cultura de "Paredones").
Total de piezas 61
Apéndice 1. Inventario de la Colección Taína del Museo de América. Para una localización de objetos pertenecientes a esta cultura, se ofrece el tipo y a continuación los números de inventario.

El actual Museo de América tuvo sus orígenes en el de Ciencias Naturales, llamado primero, en 1771, Gabinete de Historia Natural o de Ciencias Naturales. Sus actuales colecciones también provinieron de los fondos de la Escuela de Diplomática y de los objetos arqueológicos de la Biblioteca Nacional. La fundación en 1871 del Museo Arqueológico Nacional hizo posible que se reuniera en esta nueva institución todo el cúmulo de piezas, relacionadas con este perfil museístico, que guardaban las instituciones antes dichas. Estos fueron los antecedentes que permitieron que el 13 de julio de 1944 se inaugurara el Museo de América, en el ala izquierda de la planta principal del mencionado Arqueológico (Cabello, 1989).

A pesar de la creación del Museo de América, actualmente algunas de las referidas instituciones, que aún existen, y otras, guardan objetos correspondientes a culturas americanas, en general, y caribeñas, en particular. Esta dispersión obliga a un esfuerzo de compilación, si queremos saber cuánto existe, al menos en Madrid, perteneciente al pasado precolombino de las Antillas. El presente trabajo es un primer esfuerzo que tiende a tales objetivos.

La primera donación importante de piezas caribeñas al Museo de Ciencias Naturales fue la de D. Miguel Rodríguez Ferrer en 1850 (Rodríguez, 1873), quien fuera Jefe Político e Intendente de Cantabria en 1843, Individuo Correspondiente de la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando, Vicepresidente de la Comisión de Monumentos de Álava y Comisionado para el estudio de la Isla de Cuba. Como resultado de su pesquisa publicó su libro Naturaleza y civilización de la grandiosa isla de Cuba. D. Miguel ha sido considerado como el iniciador de los estudios arqueológicos en la mencionada Isla. De sus hallazgos en 1847, actualmente se exhiben en el Museo Antropológico Montané de la Universidad de La Habana el llamado ídolo de Bayamo, escultura en piedra de una deidad zooantropomorfa, verdadera joya de la talla escultórica taína, y una calvaria, que perteneció al primer conjunto de cráneos deformados, encontrados en el Caribe, también de la mencionada cultura taína.

Pero volvamos al Museo de América. De los objetos donados al Museo de Ciencias Naturales por Rodríguez Ferrer, actualmente se conservan en el de América el Hacha de Ponce (Rivero, 1984), con el número de inventario 3301, estudiada en su historia y minuciosamente por el Dr. D. Manuel Rivero de la Calle, actual Director del Museo Antropológico Montané de la Universidad de La Habana. La de Ponce es un maravilloso ejemplar de nacha de cuello ceremonial, que presenta el cuerpo de un cerní (dios) tallado en uno de sus extremos (a manera de agarradera), con la muy frecuente síntesis de elementos que pueden observarse en muchos de los exponentes de la cultura taína: a una cabeza con ojos almendrados, boca halada y dentadura extrañamente realista se adosan brazos flexados -en forma antianatómica- con el detalle de dedos y ligas.

Actualmente existe en el Museo de América un fichero antiguo con el inventario del Museo Arqueológico, antes que de él se desprendiera el primero, que he rastreado a fin de localizar piezas caribeñas. En él se refieren materiales no sólo pertenecientes a América, sino también a Oceanía, Asia, África. Cerca de 12000 fichas, entre las que encontré la referida al hacha de Ponce, con el n° 1317, y que adjunto en el apéndice 2, como curiosidad museológica.

Apéndice 2. Antiguas fichas pertenecientes al Museo Arqueológico Nacional donde se refiere la existencia del hacha de Ponce, y la donación realizada por Don Miguel Rodríguez Ferrer. Inventario de antiguos fondos del Museo Arqueológico Nacional, hoy en el Museo de América.

En el trabajo de D. Miguel de 1873, referido en la Bibliografía, se ilustran las piezas "encontradas o reunidas" por él de Cuba. Entre ellas están el ya mencionado ídolo de Bayamo y el hacha de Ponce, dos hachas petaloides que no se encuentran en el Museo de América (ni existe relación en el fichero del antiguo Museo Arqueológico), un asa de cerámica en forma de deidad (que posiblemente corresponda a la ficha 1318, "rostro de zemí de barro cocido", del mencionado inventario del Arqueológico) que tampoco está en los fondos del Museo. Dos piezas que pertenecen a la cultura maya, un pie y un fragmento de brazo de barro (con los n° 9943 y 3332, respectivamente) sí se encuentran en los fondos del Museo de América. Estas últimas le fueron entregadas a Rodríguez Ferrer por Juan Bautista Topete, comandante de la goleta Cristina, quien las colectó en la isla de Cozumel, cercana a Yucatán.

Las dos piezas mayas anteriores y otra que Ferrer incluye en su trabajo con el n° 7 (que no se encuentra en el Museo de América) las señala con los n° 1496, 3136 y 3137 del "establecimiento arqueológico, en cuya colección etnográfica" aparecen (1873, p. 212). Por último, del objeto de barro que marca con el número 8 sólo dice que es un instrumento (?) que está en su poder.

Un hacha monolítica, con el n° 3317 en la colección del Museo de América, del tipo que incluye el mango, fue donación de Ángel Barrios del año 1970 y se indica como procedente de Santo Domingo. Al mismo donante perteneció la mano de mortero con cabeza ornitomorfa y n° 3311, y el rallador o guayo de inventario 3309 hecho en piedra madrepórica, también hallado en Santo Domingo.

La única pieza de cerámica que se conserva entera, ya referida, con el no 81/12/1, fue vendida al Museo por Ramón García Gavín, y hallada en la Cueva de los tres ojos, República de Santo Domingo. De la colección de asas, la nº 3325, junto a tres más no precisadas, fue donación de la viuda de Cecilio Lara, posiblemente halladas en Puerto Rico. En cambio, las correspondientes desde la 88/7/1 a la 88/7/5 fueron donación de Antonio Martín Costea y, aunque no se indica la procedencia, son, sin duda, antillanas y meillacoides. Y las que van del 85/2/1 al 85/2/22, por el Dr. R. Roest de Holanda, fueron encontradas en la República Dominicana.

Los cinturones de piedra con los números de inventario recientes 3319, 3315, 3304, 3310 y 3307, están referidos como pertenecientes a las Antillas, en general. En cambio, existen cuatro fichas del antiguo inventario del Museo Arqueológico Nacional, con los nº 4223, en las que se recogen como collares de uso desconocido, Puerto Rico, y donación de la viuda de Cecilio Lara.

Existen otras piezas para las que no se especifica la donación. El codo de piedra, con nº 3303 sólo indica que procede de las Antillas. Con igual origen el ídolo 3335 es una pieza de vieja donación y está referida en el inventario de marras del Museo Arqueológico con el nº 1498. Pese a su antigüedad, éste tiene algunos rasgos, que pueden observarse en la fotografía, que, para decirlo en un lenguaje al uso en las legalizaciones, lo hacen "parecer" una falsificación: el corte anguloso de ojos y nariz, y el de la boca recuerda la huella de un objeto filoso y cortante metálico, del que no disponían los aborígenes. Estas características y la forma general del cuerpo (prominencias que sugieren brazos y piernas sólo por su ubicación) hacen de esta pieza un objeto discutible en cuanto a su pertenencia a la cultura taína.

Otro ídolo de piedra, el 3312, a diferencia del anterior, si reúne cualidades que lo autentifican como taíno, entre ellas las formas de brazos y piernas flexadas con detalles de dedos, la manera de aparecer la boca, la nariz, los ojos, el sexo. Esta pieza perteneció a la Biblioteca Nacional, según consta en ficha del Arqueológico, con n° 2638.

La mano de mortero con nº 3308 procede de Puerto Rico, según ficha del Museo Arqueológico nº 2639. El rostro antropomorfo que aparece en la zona de la empuñadura hace de éste un objeto de uso posiblemente ritual. Otras manos de mortero (16584 y 16744), a las que no se les indica procedencia, tienen características típicas de los objetos elaborados por los taínos.

En los fondos del Museo existe una colección de piezas, que están referidas como pertenecientes a la cultura taína. Entre ellas la n° 3333, procedente de Santo Domingo, un falo-ídolo de piedra. Se trata de objetos pertenecientes a la llamada cultura Paredones, que se ha demostrado, fehacientemente, como un caso de falsificación. La pieza antes referida no sólo es inusual, tipológicamente hablando, sino que presenta trazas de un pulimento de granos homogéneos, desconocido por el aborigen, huellas que al mismo tiempo contrastan con el acabado formal de la pieza.

Los trigonolitos del Museo de América.

Según referencia de Ramos y Blasco (1975:29), en el Museo de América existe una fotografía (que no ha sido encontrada por mí) en la que se mencionan los trigonolitos 3314, 3316, 3318 y 3302 como cubanos. La imposibilidad de esta filiación está avalada por el hecho de que se conoce, en la arqueología indocubana, que los hallazgos de piedras de tres puntas no sólo son escasos, sino que se remontan a sólo cinco o seis años antes de la fecha actual. Esto se recoge en la bibliografía especializada del área.

Lámina 3. Trigonolito nº 3316. Con características antropomorfas. Talla fundamentalmente por volumen. Cono bastante abierto hacia la base, con oquedades en forma de lágrimas a unos 20 mm. de la cima y en relación simétrica. Pieza de talla irregular con imperfecciones por falta de idoneidad en el material empleado. La cabeza presenta una torcedura en relación con el eje longitudinal del trigonolito. Concavidad irregular en la base y apoyo estable. Procedencia antillana. Cultura taína.
 
Lámina 4. Trigonolito nº 3318. Con características antropomorfas. Contrasta la cara profusamente detallada con el esquematismo de la porción distal: un volumen en el que las piernas se resuelven por incisiones. Contrastan los volúmenes de orejeras, cintillo y nariz con las depresiones de ojos y boca. Destaca el dominio de la decoración geométrica en el mencionado cintillo o diadema. Base cóncava de apoyo estable. Procedencia antillana. Cultura taína.

Sin embargo, en el antiguo fichero del Museo Arqueológico se hace referencia a "piedras mamiformes para moler", que puede aludir a los mencionados trigonolitos. Con el no 4223 se relacionan cuatro piezas, donadas por la viuda de D. Cecilio Lara, procedentes de Puerto Rico. Igual origen tiene la n° 6228, "recogida por el Excelentísimo Señor D. Juan Catalina García del Museo de Ingenieros Militares, según oficio del 18 de Abril de 1901".

No he podido cotejar los antiguos números de inventario con los actuales, pero todo parece indicar que estas piezas, al menos en su mayoría, tienen como lugar de origen la isla de Puerto Rico.

En el inventario moderno, en la n° 3324 se especifica que fue adquirida por compra.

Me he detenido un tanto en la historia de las colecciones en general y en la de los trigonolitos en particular, por creerla información de especial valor museológico y cultural. Y me referiré con más detenimiento a estos últimos, por ser, junto a los cinturones de piedra, de los más importantes conjuntos que de los taínos guarda el Museo.

No me propongo tratar, en el presente, sobre los significados y usos de los trigonolitos, aspectos éstos muy discutibles y referidos en toda la bibliografía, dentro de la cual en el texto de Ramos y Blasco (1975), ya citado, puede encontrarse un resumen. Valga apuntar, por sólo referir a manera de ejemplo uno de los significados que más se les atribuye, a partir de la interpretación de J. J. Arrom (1975), que en ellos se ve la encarnación del dios Yuca Guama (Señor de la Yuca). Esta interpretación, que puede justificarse en sus variantes antropomorfas, no queda tan clara en las ornitomorfas.

Lámina 5. Trigonolito nº 3302. Con características ornitomorfas. La porción distal termina en forma de pala, sin talla, y posee en su base cierta concavidad como si la pieza pudiera engastarse. Procedencia antillana. Cultura taína.

Sí aludiré a un elemento que en ocasiones se olvida y es lo relacionado con sus orígenes continentales, y, específicamente, a una metódica para el estudio de al menos uno de sus tipos más relevantes.

De las dos escuelas que explican los ancestros de la cultura taína (Rouse, 1989), la amazónica (basada, sobre todo, en las investigaciones lingüísticas) y la circuncaribe (a partir de los estudios de Steward -1946/59-: de los Andes, vía Colombia y las costas venezolanas), esta segunda atiende a la difusión de los rasgos del pueblo taíno. Entre estos rasgos se encuentran los trigonolitos. Por esta razón, la adjudicación de las piedras de tres puntas a una fase "terminal" del taíno (la chicoide), exclusivamente insular, y como resultado de una evolución sólo lineal, es en sí misma extrema.

Como señala Rouse (op. cit.), después de la Segunda Guerra Mundial los arqueólogos se han dividido en las dos mencionadas tendencias, y son Meggers y Evans exponentes de la escuela circuncaribe. En cambio, él apunta a una conciliación, sobre la base de la existencia de fechas tempranas por C-14, para ambas teorías.

En el Museo de América se conservan diez trigonolitos, nueve de los cuales se corresponden a la primera clase de la división hecha por Fewkes (1903-1904, p. 111 y 112) (2). En líneas generales los especialistas siguen respetando esta clasificación, y es útil a los fines del presente trabajo. Sólo un ejemplar (el 3305) escapa a su clasificación, si bien pudiera incluirse en la tercera clase de Fewkes. Se trata de una pieza de las que Hostos (1941) incluye entre los ídolos en piedra antecedentes de los trigonolitos. Su relación con estas piezas es, formalmente hablando, evidente: la cara, que mira hacia arriba, ocupa el lugar del cono, y los extremos de la pieza toman forma de sendas volutas, indudable esquematización de brazos y piernas (lám. 6).

Lámina 6. Trigonolito nº 3305. República Dominicana. Cultura taína.

Aprovechando que existen nueve trigonolitos (ya excluido el anterior) de la clase con la cabeza en uno de sus extremos, propongo una serie de índices que pueden medirse, y que ofrezco en la Tabla 1, a los fines de tender a conclusiones sobre proporciones, promedios, tendencias, etc. Estos índices pudieran ser ampliados y extensibles a otros grupos, atendiendo a sus características propias, y, en algunos aspectos, generalizables a las piedras de tres puntas.

Tabla 1. Museo de América. Trigonolitos.

La forma en que han sido tomados dichos Índices se refiere en el Apéndice 3. Por supuesto, los resultados son más que parciales, debido a lo reducido de la muestra. Pero en la tabla mencionada presento los índices numéricos en milímetros, con la intención expresa de que sean aprovechados por otros especialistas, en una ampliación de la muestra. De esta forma podría superarse la dificultad de reunir, por una sola persona, toda la información sobre objetos tan dispersos.

Apéndice 3. Vista lateral y de planta base del trigonolito nº 3324, con medidas para Tabla 1.

Como puede observarse por el comportamiento de los promedios, los trigonolitos 3314, 3324 y 3321 (láms. 7, 8 y 9, respectivamente) son los que más se acercan a aquellos. Esto incluye a uno de acabado perfecto (el 3324, ornitomorfo) como a los más toscos (3314 y 3321, antropomorfos).

Desde el punto de vista formal, el trigonolito 3314 se caracteriza por su carácter antropomorfo (clase 1, grupo 1 de Fewkes). Destaca sus partes por medio de una talla por volúmenes, con la excepción de algunos detalles, ya borrosos, de incisiones para los dedos de los pies. Piernas flexadas en forma antianatómica típica. El cono está ligeramente inclinado hacia delante (cosa ésta frecuente) y presenta una rebaba con ligera incisión. La igual altura de la cabeza y de las piernas (45 mm.) en relación con su largo (250 mm.) le da una configuración achatada; por esta razón la pieza puede circunscribirse dentro de un rectángulo. Llama la atención la ausencia de orejeras.

Lámina 7. Trigonolito nº 3314. Características antropomorfas. Procedencia antillana. Cultura taína.
 
Lámina 8. Trigonolito nº 3324. Procedencia antillana. Cultura taína.

En cuanto al 3324 , se trata de un ejemplar ornitomorfo (clase 1, grupo 3 de Fewkes). Este carácter está subrayado por la ausencia de detalles antropomorfos, como pudieran ser piernas o brazos. En esta pieza, la combinación de incisión y volumen alcanza su más perfecta realización. Su lenguaje plástico pudiera definirse, en un orden que atienda a la prioridad de la técnica con que ha sido elaborada: a) el volumen con incisión: para lo más realista, la cabeza del ave con pico (pueden distinguirse hasta los dos labios), frente, ojos; b) la incisión con un volumen plano: para las alas y sus plumas terminales (esquematizadas en forma de triángulos concéntricos) y las plumas del pecho a manera de líneas paralelas dentro de un rectángulo. Dos perforaciones circulares en el centro de las alas son detalles no anatómicos. Cabe destacar la simetría bilateral y la estricta delimitación del área del ave en el trigonolito. El cono recuerda un seno, por su forma acampanada y su terminación roma. Así mismo se observa una curva cóncava suave en su porción proximal y una caída recta en la distal.

Lámina 9 Trigonolito nº 3321. Procedencia antillana. Cultura taína.

El 3321 es el resultado de una talla rústica por volúmenes. La porción distal presenta piernas muy esquematizadas con dos oquedades. El cono tiene la típica inclinación hacia la cabeza. Su mayor ancho, como es muy frecuente, está dado por la dimensión de su cono y no de la base.

Algunas constantes en los tres trigonolitos anteriores.

En el 3314 se observa que la cabeza tiene igual ancho que largo (70), aspecto variable en los dos restantes. Sin embargo, es común a éste y al 3324 una medida aproximada, de alto/largo de las piernas en el primero (45/55) e igual en el segundo (60/60). La altura de la cabeza y de las piernas es igual para el 3314 (45/45) y aproximadamente igual en el 3321 (70/65).

En el 3324 ocurre que tiene igual medida el ancho de cabeza y piernas (90/90). Y que mientras la relación de alto/ancho en el centro de la pieza es igual (120/120), en el 3321 es aproximadamente igual (125/130).

Una característica común a los tres trigonolitos es la relación de proporción que existe entre el largo/alto de piernas y cabeza. Veámoslos por separado:

3314: 40/45 =    5   y   50/45 =    -5   (hay una proporción inversa).
3324: 60/60 =    0   y   80/80 =     0    (proporción directa).
3321: 55/65 =  10   y   60/70 =  10    (proporción directa).

También estos trigonolitos tienen en común la existencia de un borde en la base y de una depresión interna en la misma.

Del estudio de los tres trigonolitos anteriores y del resto de la colección, y atendiendo a su comportamiento morfológico, puede apreciarse que la tendencia general de la forma es:

1. Igualdad de ancho y alto (caso del 3324, 120 mm.; 3318, 165 mm.; 3306, 55 mm. y 3322, 95 mm.) o semejanza (3321, con 130/125, y 3313 con 135/130).
2. Igualdad de alto/largo de piernas (3324, 60 mm.; 3313, 80 mm.) y aproximadamente igual (3314, 45/55; 3306, 70/65; 3316, 45/40).
3. Igualdad de altura de cabeza y piernas (3314, 45 mm.; 3313, 80 mm.) y aproximadamente igual (3321, 70/65; 3318, 75/70 y 3306, 75/70).
4. Ligera inclinación del cono hacia delante.
5. Ligera mayor altura de la cabeza que de las piernas.
6. Concavidad elíptica en el interior de la base.
7. Bases planas o curvas pero concebidas para descansar en superficies planas.
8. Tallas en rocas duras.
9. Composición ojival del cono.
10. Deslinde entre los trigonolitos antropomorfos y los zoomorfos (ausencia de antropozoomorfismo).
11. Sentido escultórico, composición cerrada, predominio del volumen.

Nótese que el trigonolito número 3313 (lám. 10) es el que tiende más a mantener de forma estable las relaciones que hemos encontrado como tendencia en los 3314, 3324 y 3321, a saber: igual alto/largo de piernas (80), igual altura de cabeza y piernas (80), y un alto/ancho del centro de la pieza aproximadamente igual (135/130).

Lámina 10. Trigonolito nº 3313. Con características antropomorfas. Talla fundamentalmente por volumen. Parte distal casi destruida con restos de piernas en posición flexada (ritual) y posiblemente de pies. Cono con ligera inclinación hacia delante (proximal). Concavidad de la base con tendencia piramidal. Apoyo estable Procedencia antillana. Cultura taína.

También es necesario apuntar que las proporciones observadas en los tres trigonolitos estudiados, en cuanto a la relación de largo/alto de piernas y de cabeza, no fueron halladas en los restantes.

Por último, al pie de la Tabla 1 hemos calculado la sección áurea de las piedras de tres puntas con nº 3314, 3324 y 3321, sin que nos sirviera para llegar a alguna conclusión sobre su utilidad, lo que en definitiva es una conclusión. Es necesario aclarar, para terminar, que el hecho de que se realice un estudio de las medidas en éstas y otras piezas del arte precolombino, no va dirigido a demostrar cómo el aborigen dominaba las proporciones matemáticas, sino a cómo podía intuirlas y reflejarlas en su obra, a partir de los ejemplos que le brindaba la propia naturaleza.

Madrid, 1995. arriba

Citas.

(1) volver Debo agradecer al Museo de América la posibilidad de habérseme permitido trabajar con los fondos correspondientes al Caribe; en especial a su Directora, doña Paz Cabello Carro; al Conservador, don Félix Jiménez Villalba; al Conservador don Salvador Revira Lloréns; a la Ayudante del Departamento de América Precolombina, doña Ana Castaño Lloris, de quien recibí atención y auxilio constantes; a don Joaquín Otero Ubeda, por su excelente trabajo fotográfico para el presente estudio; a los trabajadores de la biblioteca, a todos en general.

(2) volver Fewkes considera una 1ª clase: con la cabeza en la punta anterior y los pies en la posterior que, a su vez, se divide en tres grupos: con cabeza humana, de reptil y de ave. Las tres clases restantes atienden a: la cara a un lado de la proyección del cono (2ª), la proyección del cono modificado en cabeza o cara (3ª), otros especímenes sin ornamentación ni figuras (4ª).

Fuentes.

ALMAGRO, Manuel de (1866): Breve descripción de los viajes hechos en América por la Comisión Científica enviada por el gobierno de SMC durante los años de 1862 a 1866, acompañada de dos mapas y de la enumeración de las colecciones que forman la exposición pública. Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra, Madrid.
An Arawak-English Dictionary with an English Word-lisf, George Town, 1989.
ARROM, José Juan (1967): El mundo mítico de los taínos. Notas sobre el ser supremo. Instituto Caro y Cuervo, Bogotá. (1975): Mitología y artes prehispánicas de las Antillas, México.
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© Marlene García 2003 para José Ramón Alonso