arte
rupestre en punta del este, cuba. los conjuntos combinados no concéntricos.
Por José Ramón Alonso Lorea.
Dentro de la clasificación de "conjuntos
combinados no concéntricos", agrupo aquellos motivos
pictóricos hallados en las cuevas de Punta del Este que son
no concéntricos y que combinan elementos de
trazos concéntricos circulares, ya vistos, con otros
elementos: arcos y bandas semicirculares, espiras y trazos rectos
unos y acodados o angulares otros. Esta diferenciación
morfológica, finalmente anotada, es el fundamento para la
aparición de tres variantes o modelos combinados:
.conjuntos de líneas concéntricas
circulares combinadas con arcos y bandas semicirculares y signos
espiraliformes,
.conjuntos de líneas concéntricas circulares combinadas
con rectas, y
.conjuntos de líneas concéntricas circulares combinadas
con rectas acodadas o angulares.
Hasta este momento, con sólo líneas
curvas se han conformado los diseños litográficos.
Como se podrá apreciar, la aparición de la línea
recta, por lo general de muy reducido tamaño, constituye
un nuevo e importante signo en la iconografía indígena
de Punta del Este. Pues su presencia va a propiciar la creación
de una nueva modalidad subestilística en el mural: los conjuntos
simétrico bilaterales de líneas en composición.
Conjunto de líneas concéntricas circulares
combinadas con arcos y bandas semicirculares y signos espiraliformes.
Habíamos estudiado cómo las series
de líneas que dejaban un espacio medio de considerable dimensión,
se iban complejizando al contener más de dos series de líneas
circulares a manera de “pares de ojos” en su centro.
Tal es así que Ortiz logra describir dos
series de este tipo. Las que integran, en un espacio interior, elementos
ya no sólo de construcción concéntrica circular.
Según este autor asegura: “Dentro de un marco que aparece
algo borrado, de circunferencias concéntricas, se
observan cuatro tipos de pequeñas circunferencias concéntricas,
de colores y tamaños distintos; y por entre ellos una larga
línea arqueada se abre paso hasta revolverse sobre sí
y terminar en una pequeña curva cerrada” (sic, notas
manuscritas). Ver lámina 1, figura D.
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Lámina 1. Fragmento de
ficha inédita con ilustración de Fernando Ortiz. |
El segundo diseño también “comprende
un marco de circunferencias concéntricas y en su interior
cuatro pequeñas circunferencias concéntricas
en situación asimétrica. Unos trazos en ángulos
curvilíneos parecen unir el vértice de uno de los
pequeños tipos de circunferencias con los extremos que circundan
el símbolo” (sic, notas manuscritas). Tal y como se
observa en la lámina 2, figura E.
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Lámina
2. Fragmento de ficha inédita con ilustración
de Fernando Ortiz. |
Como vemos, resultan signos circulares concéntricos
y semicirculares que están contenidos dentro de una serie
mayor de formas circulares concéntricas.
Otros ejemplos icónicos muestran signos
de nuevo tipo, que se articulan a los conocidos motivos circulares.
Tal serían los dibujos curvilíneos dobles o bandas
semicirculares, a manera de formas “semilunares” al
decir de Ortiz. Estos “se caracterizan por un trazado de dos
arcos concéntricos unidos en sus extremos por líneas
curvas. Uno de los dibujos (...) muestra la semiluna encerrada en
dos circunferencias concéntricas” (Ortiz, notas manuscritas).
Así lo traza Ortiz en la lámina 3, figura E-14, y
lo reelaboro yo, a partir de sus descripciones y croquis, en la
lámina 4 de este artículo.
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Lámina
3. Fragmento de ficha inédita con ilustración
de Fernando Ortiz. |
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Lámina
4. Según Ortiz pict. E-14, Cueva del Templo o Número
Uno. Tomado de las ilustraciones de sus fichas manuscritas. |
Este pictograma muestra una estructuración
axial bien definida, a pesar de la elaboración de círculos
concéntricos icónicamente dominantes. Este signo semicircular
doble, además de aparecer formando parte de un ideograma
articulado, como el antes visto, también se encontrará
independiente, “formado por varias curvas paralelas”
(Ortiz, notas manuscritas), como se puede apreciar en la lámina
5, figura E-15.
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Lámina
5. Fragmento de ficha inédita con ilustración
de Fernando Ortiz. |
Un último motivo, que por sus características
integra estos conjuntos combinados, describe Ortiz en sus fichas
manuscritas. Resulta una pintura que, al decir de Ortiz, “aún
cuando no se aparta del estilo curvilíneo característico
del arte de la Cueva del Templo (o Número Uno, JRA), ofrece
una combinación tan irregular, que suponemos incompleto el
dibujo”.
“Esta formado por un pequeño circulo
central del cual arranca hacia la derecha una espiral y hacia la
izquierda unas líneas en forma semilunar.”
“Bajo de estas superpuestas en parte a una
circunferencia en rojo otros dos dibujos, que parecen extremos de
los que hemos llamado semilunares” (sic, notas manuscritas).
Esta pintura aparece ilustrada en la lámina
6, figura H. La misma elabora un complejo conjunto de signos articulados:
trazos circulares, bandas semicirculares y elementos espiraliformes.
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Lámina 6. Fragmento de
ficha inédita con ilustración de Fernando Ortiz. |
Todos estos dibujos, en los cuales se observa la
aparición de dos nuevos signos: la espiral y la banda semicircular
-o “semilunar”, según Ortiz-, nunca han sido
reportados por ninguno de los tantos interesados que incursionaron
por las cuevas de la región. Parece ser que ellos (los dibujos
espirales y las bandas semicirculares) desaparecieron bajo la capa
de hollín de la Cueva Número Uno.
En las demás espeluncas no se ha encontrado
este tipo de pictogramas, como mismo no se ha hallado aquellas series
de trazos coloreados alternos regulares del tipo de relación
(1 X 1), propios también de la Cueva Número Uno.
Conjunto de líneas concéntricas circulares
combinadas con rectas.
En 1943 aparece publicado en La Habana un valioso
texto para la arqueología cubana de entonces: Las cuatro
culturas indias de Cuba. En este libro su autor, el erudito
Fernando Ortiz, revela un dibujo perteneciente a la Cueva Número
Uno que no había sido reportado por el arqueólogo
René Herrera Fritot cinco años antes en su conocido
Informe (1938). Este mismo diseño, tipológicamente
hablando, resultaba único al presentar trazos concéntricos
circulares truncos que están contenidos en la propia serie
(ver lámina 7).
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Lámina
7. Según Ortiz, pictograma por él descubierto
en la CNI. Imagen tomada de su libro de 1943. |
Ortiz no informa la ubicación de este pictograma
en el contexto cavernario y Núñez Jiménez no
lo reporta en ninguno de sus numerosos textos. Según Ortiz,
conforma un “núcleo de dos círculos concéntricos,
negros (...) que no ha sido reproducido en el informe de Herrera
Fritot, muestra la singularidad de tener los círculos 8 y
9 cortados, formando dos aberturas simétricas una de ellas
ocupada por un breve signo rectilíneo, el cual arrancado
de la línea 10 penetra entre la 8 y 9, los que unidos entre
sí por sus extremos forman como los elementos que abren paso
al emblema incidente” (Ortiz, 1943:131).
El impacto que dicho dibujo ocasionó en
Ortiz se transparenta en la siguiente nota encontrada en sus fichas
manuscritas e inéditas, donde también dibujó
el croquis de este pictograma (lámina 8, figura I): “La
perfecta conservación de esta pintura, la seguridad de sus
trazos, su configuración única, y su evidente propósito
simbolista, hacen que sea una de las pinturas más sugestivas
de la Cueva del Templo”.
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Lámina 8. Fragmento de
ficha inédita con ilustración de Fernando Ortiz. |
En dicha pintura se observa, a semejanza del esquema
ilustrado en la lámina 4, la banda semicircular nuevamente
integrada a la serie de líneas concéntricas, aunque
con la presencia del nuevo signo rectilíneo. La integridad
de este pictograma y de otros similares, luego de las labores de
restauración y repinte, es un hecho que ha de preocupar.
Y esto lo afirmo por las siguientes razones. Según opinión
de los autores de la restauración: “En los casos de
destrucción parcial de la roca en que estaba pintada la pictografía,
se efectuó el saneamiento de esta mediante roca caliza reconstruida,
y se procedió a pintar el fragmento de pictografía
dañado -de ser posible- de acuerdo con los extremos inmediatos
del área afectada” (Rodríguez y Guarch,
1980:167; el subrayado es mío). Es decir, que se repintó
entonces atendiendo a la conformación de las series que se
estructuran por la sucesión de círculos concéntricos
terminados, no previendo la existencia de diseños que, como
estos, presentan puntos de interrupción y de giros, que crean
bandas semicirculares con espacios interiores vacíos u ocupados
por pequeños elementos rectilíneos; donde “extremos
inmediatos”, que no se tocan, sólo reproducen
una sensación de cerramiento perceptual y no real.
Este sugestivo conjunto pictórico articula,
de manera asombrosamente sintetizada, cinco posibles niveles informativos.
Que al encontrarse los primeros, del centro a la periferia, implícitos
en los sucesivos, alberga cierta probabilidad de ser estos niveles
referenciales, constitutivos de una historia. Por ejemplo:
A-serie de siete trazos concéntricos circulares
negros.
B-círculos ocho y nueve cortados y unidos
entre sí, formando dos bandas semicirculares simétricas,
que recrean los llamados por Ortiz signos “semilunares”.
C-presencia de dos espacios blancos de igual conformidad
y de opuesta situación que se crean entre dos bandas semicirculares
simétricas.
D-puntual y menudo trazo rectilíneo en
uno de los intersticios blancos antes mencionados.
E-tres trazos concéntricos circulares negros
que dan término a toda la información contenida en
dicho emblema ideográfico.
Como se puede observar, resulta muy compleja la
decodificación de estos conjuntos. Fernando Ortiz, en 1943,
“leyó” en este mismo conjunto ideográfico
cierta referencia meteorológica.
Desde el punto de vista del signo, este emblema
comporta los mismos patrones -en cuanto a relación concéntrica
o equilibrio radial de sus partes y el uso del color-, que aquellos
llamados conjuntos de líneas concéntricas circulares
negras. Si bien nuevos y muy diferentes elementos se incorporan
en este conjunto complejizando el sistema sígnico de la serie
negra, sin embargo, se ha preservado la estructura primaria, inicial,
el cuerpo de invariabilidad que denuncia un sistema icónico
preestablecido, canónico. Sistema que ha fijado reglas, preceptos
y un modo peculiar de expresión ideográfica.
Otro dibujo que describe Fritot, enlaza también
elementos de círculos concéntricos con trazos rectilíneos.
En este caso, los pequeños trazos rectos se desplazan hacia
el exterior de las series circulares, a diferencia de la posición
que ocupa el trazo rectilíneo en la figura antes estudiada.
El diseño en cuestión resulta un dibujo de líneas
negras, de unos veinte centímetros y que reproducido por
Fritot, se muestra en la lámina 9.
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Lámina 9. Según
Fritot, pict. 6, CNI. Tomado de sus ilustraciones de 1938. |
Si bien pudiera ser este vestigio de una configuración
más acabada, se puede apreciar la función de enlace
que establecen los signos rectilíneos entre elementos divergentes.
La presencia de estos signos rectilíneos
a manera de enlace, como ya habíamos observado en la pintura
de la lámina 10 (pintura que ya habíamos analizado
en un anterior artículo dedicado a los motivos con círculo
interior excéntrico), llamaron también la atención
de Ortiz. En sus fichas manuscritas sobre Punta del Este anotaba
que: “alrededor de uno de los seis tragaluces de la cueva,
el más interno (...) se agrupan numerosas pinturas constituidas
principalmente por circunferencias concéntricas. Algunas
líneas entre ellas, se apartan de los tipos usuales y parecen
ser trazos de unión” (sic). Ver lámina 11.
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Lámina 10.
Según Fritot pict. 9, CNI. Tomado de su informe
de 1938. |
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Lámina 11.
Fragmento de ficha inédita con ilustración
de Fernando Ortiz. |
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Este pequeño conjunto de la lámina
9 revela, por lo tanto, una ocurrencia de extrema importancia desde
el punto de vista de la concepción del signo en Punta del
Este: se libera el hacedor de esa construcción canónica
de la composición plástica, que es el logro del equilibrio
de las partes a través de la solución concéntrica
de los elementos que intervienen en la composición. Comienza
a recrear sus sistemas de pensamiento a través de unos motivos
espacialmente logrados desde la relación simétrica
aproximada y el equilibrio axial, es decir, el control de atracciones
opuestas por medio de un eje central explícito. Algunos de
estos caracteres ya pudieron revelarse en anteriores pictogramas,
aunque para aquellos casos, se muestra mayor énfasis en el
control de tensiones opuestas por la rotación alrededor de
un espacio central vacío.
Caso parecido lo veremos en el motivo ilustrado
en la lámina 12. Según Núñez, es un
“dibujo en rojo formado por una línea recta de 17 cms.
de longitud, encima de la cual hay un semicírculo rojo, dejando
en su centro el blanco de la caliza, donde se destaca un pequeño
punto rojo. Al lado derecho de la recta existe una figura muy borrosa
que interpretamos como un círculo concéntrico pequeño
unido por una curva a la tan citada línea” (sic, 1947:230).
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Lámina 12. Según
Núñez (1947) pict. 8, CNIII. Tomado de las ilustraciones
de su informe de 1947). |
Este diseño, ubicado en el techo de la Cueva
Número Tres, combina elementos de líneas curvas y
rectas, donde estos últimos también se independizan
-en su proyección- de la tutela de los trazos circulares.
Descubre, además, un fundamento de aproximación simétrico
bilateral en su constitución plástica. La presencia
del punto rojo a la manera de los conjuntos de líneas concéntricas
circulares con un punto rojo centrado y presentes en la Cueva Número
Uno, enfatiza la constancia de este signo.
Un nuevo conjunto, que presenta características
propias de esta modalidad, lo constituye el pictograma de la lámina
13. Resulta un “dibujo fálico, en negro, que corta
un pequeño círculo rojo, junto a una serie de 4 círc.
negros concéntricos; por encima hay dos líneas negras,
vestigios de otros círculos grandes” (sic, Fritot,
1938: 57). En este conjunto se observan los elementos ya abordados
en otros motivos. Sin embargo, un importante fenómeno de
variabilidad se puede registrar también en el mismo: como
los anteriores, este pictograma no estructura sus elementos a través
del ceñido código de la configuración concéntrica.
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Lámina
13. Según Fritot pict.36. Según Núñez
pict.6. Localizado en la CNI. Tomado de las ilustraciones de
Fritot de 1938. |
Conjunto de líneas concéntricas circulares
combinadas con rectas acodadas o angulares.
Si bien en los conjuntos anteriores el trazo rectilíneo
aparece como un simple elemento de enlace o acaso un código
sígnico de elemental “escritura” ideográfica,
en estos nuevos modelos icónicos, la línea recta adquirirá
otra connotación.
Van a aparecer modelos pictóricos de líneas
acodadas o angulares en composición simétrica. Es
decir, surgirán determinadas figuraciones geométricas,
todas angulares, muy opuestas a las agradables curvaturas de las
series circulares que hasta ahora regían un tipo esencial
de ordenación pictográfica.
En estos originales diseños vamos a apreciar
un gradual distanciamiento de los elementos circulares, de los cánones
de concentricidad y de un marcado empeño en la plasmación
de conceptos novedosos en frescas configuraciones.
Inicio esta presentación con dos pictogramas
de la Cueva Número Uno reportados por Núñez
Jiménez. Según este autor: “Sólo en muy
pocos casos los dibujos de Punta del Este abandonan la línea
circular. Una excepción es la pictografía número
57, donde una serie de tres círculos concéntricos
presenta en su interior una figura casi trapezoidal roja”,
y más adelante agrega: “También la pictografía
número 19 muestra una serie de unos ocho círculos
concéntricos negros y dentro de los mismos se ven figuras
rojas angulares e irregulares” (1975: 82).
Desgraciadamente no existen ilustraciones de estos
diseños y la sola descripción no permite la reconstrucción
gráfica de los mismos. Sin embargo, algunos elementos de
relación entre ellos se podrían argumentar. Desde
el punto de vista de la configuración, existe una evidente
dualidad contenida en ambos emblemas: la línea suave de configuración
circular y color negro, frente a la línea abrupta de configuración
angular, a la cual le es reservado el color rojo. Ambos opuestos
-de forma y de color- se encuentran interrelacionados en un mismo
diseño. Es la unidad de lo diverso, de lo diferenciado mutuamente
comprendido.
Por otro lado, según el plano de la Cueva
Número Uno que realizara Núñez en 1970, ambos
pictogramas (números 57 y 19) se encuentran muy cercanos
y hacia el fondo o porción oeste de la espelunca. Según
anotó Herrera Fritot: “Los jeroglifos de líneas
rectas y curvas combinadas (...)aparecen al extremo noroeste
de la Cueva” (1938a: 54, el subrayado es mío). Ambas
citas nos ofrecen pautas con respecto a la situatividad de estos
conjuntos.
Vale, para este caso, adicionar un reporte similar
que realizara Ortiz en sus fichas manuscritas. Si bien no ubica
espacialmente el dibujo, ni menciona color alguno, anota que: “Esta
pintura (...) se desarrolla dentro de una serie de circunferencias
concéntricas. Sobre uno de estos se apoya el trazado de unas
líneas trapezoidales, y por encima de ellas varios arcos
paralelos hasta llenar el espacio circundante por las curvas concéntricas
que le sirven de marco”. En la lámina 14, figura C,
se puede apreciar el esquema de Ortiz que reproduce este dibujo.
El trazo circular “tembloroso”, que se aprecia a continuación
de la figura trapezoidal, me indica, según el tratamiento
dado a otros dibujos por Ortiz, que este es rojo. Lo cual lo hace
diferente de los dos anteriores conjuntos descritos por Núñez.
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Lámina 14. Fragmento de
ficha inédita con ilustración de Fernando Ortiz. |
Esta agrupación de conjuntos que combina
líneas circulares y angulares, importa uno de los diseños
más sugerentes y conocidos de la zona: la conocida “cruz
pinera”. Emblema que incluso ha dado motivo de inspiración
a la literatura cubana de tema policiaco. Según Fritot, quien
la reporta en 1938: “Es una cruz de brazos anchos, de extremos
redondeados, formada por dos líneas negras que se cortan
en ángulo recto, y prolongada una por su extremo, se acoda
y envuelve repetidas veces al conjunto, ensanchándose así
el dibujo que deja formado por líneas paralelas, en número
de cinco para tres de los brazos, y seis para el restante, mide
48 X 47 cm. Tangentes a tres de sus extremos hay otros tantos pequeños
dibujos, compuestos de tres círculos rojos concéntricos
cada uno y de diez cms de diámetro aproximado” (sic,
1938: 45), tal y como se puede apreciar en la lámina 15.
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Lámina
15. Según Fritot pict.94. Según Núñez
(1975) pict.3. Localizado en la CNI. Tomado de las ilustraciones
de Fritot de 1938. |
Las formas cruciformes resultan signos que han
sido utilizados por las más diversas culturas de la humanidad.
Desde la prehistoria hasta hoy, en espacios y tiempos convergentes
y divergentes, su simbología ha sido objeto de las más
disímiles interpretaciones. En este caso la cruz pinera encubre,
en lo más recóndito de su formulación abstracta,
la objetivación de su propuesta. Y nos deja, para el análisis
contemporáneo, la sola presencia de sus aciertos “estéticos”-simbólicos.
Por la forma de su estructuración, esta
cruz que se envuelve a sí misma presenta analogía
con la forma de ejecución de las series concéntricas
inicialmente estudiadas. Pero, si bien presenta un punto central
equidistante a los cuatro polos de las aspas, son en realidad los
ejes de la cruz los que determinan el control de atracciones opuestas
por medio de dos ejes centrales explícitos, vertical y horizontal.
Es decir, que la organización plástica de este ideograma
se soluciona a través de la nueva fórmula del equilibrio
ya presentado: la simetría bilateral.
Llegado a este punto, se hace evidente que los
trazos rectilíneos comienzan a proyectar geométricas
composiciones. Sin embargo, siguen manteniendo en muchos dibujos
-ideogramas combinados al fin- interrelaciones con trazos circulares
y arcos, a manera de signos articulados; ejemplo de ello son los
pictogramas A y B de la lámina 16, dos de los conjuntos más
célebres de Punta del Este. En A y B se integran elementos
romboidales y rectangulares respectivamente, con signos circular
uno y elíptico el otro. No es el caso de C (lám.16),
donde, con total ausencia de círculos, se puede observar
la articulación de signos curvos y rectilíneos de
manera muy sintetizada, si bien la figura hallada no es sólo
el resto de algo más complejo.
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Lámina 16. A-Según
Núñez (1947) pict.3, CNII. B-Según Núñez
(1947) pict.9, CNI. Ambas ilustraciones tomadas del informe
de Núñez de 1947. C-Según Fritot pict.4,
CNI. Tomada la ilustración de su informe de 1938. |
Ciudad de La Habana, mayo de 1991. 
FUENTES.
HERRERA Fritot, René (1938): “Informe
sobre una exploración arqueológica a Punta del Este,
Isla de Pinos, realizada por el Museo Antropológico Montané
de la Universidad de La Habana.Localización y estudio de
una cueva con pictografías y restos de un ajuar aborigen”.
Universidad de La Habana, año 3, nos.20-21, La Habana,
Cuba, :25-59.
- - - - - - (1938a): “Las pinturas rupestres y el ajuar ciboney
en Punta del Este, Isla de Pinos”. Revista de Arqueología,
año 1, no.2, La Habana, Cuba, : 50-61.
NÚÑEZ Jiménez, Antonio (1947): “Nuevos
descubrimientos arqueológicos en Punta del Este, Isla de
Pinos”. Universidad de La Habana, año XII, nos.73-74-75,
jul.-dic., La Habana, Cuba, :213-247.
- - - - - - Cuba: dibujos rupestres, Ciencias Sociales, La
Habana, Cuba, Industrial Gráfica S.A., Lima, Perú.
ORTIZ, Fernando (s/f): “Isla de Pinos. Los descubrimientos
arqueológicos”. Informe manuscrito. Fondo Fernando
Ortiz, Carpeta 10, Arqueología (II), Desde 42-46. Archivo
de Literatura del Instituto de Literatura y Lingüística
(ILL), Ciudad de La Habana, Cuba.
- - - - - - (1943): Las cuatro culturas indias de Cuba. La
Habana, Cuba.
Rodríguez, Caridad y J. M. Guarch (1980): “Acerca de
las experiencias obtenidas en las restauraciones de las localidades
pictográficas Cueva 1 de Punta del Este y Cueva de Ambrosio”.
Cuba Arqueológica II, ed. Oriente, Santiago de Cuba,
:163-169.
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